Es momento de hacer
marketing en las religiones, más que para captar una grey, para mostrar que el
amor a Dios es un flujo inamovible en crecimiento que se propaga en cada
persona. Y a diferencia de las bases del mercadeo, donde se influye o impone en
las personas una tendencias, éste mercadeo no es más que la demostración de
verdades humanas, entre fallas y aciertos, de la aplicación a las leyes de
Dios, que sí son perfectas, más nosotros las dañamos con omisiones, acciones
voluntarias o involuntarias o el ya muy pernicioso, “no vale, yo no creo”, sumado al “bueno, a ese le va mal porque es
malo, a mí no me debe ir así porque soy bueno”, aduciendo una el ser
infalible o supra-humanidad que tarde o temprano le traerá consecuencias desastrosas
a su estado de ánimo y peor, a su fe.
Utilizando un refrán
popular, “arrieros somos y en el camino andamos”.
Otro factor a hacer
relevante es el hacer de la comunicación más eficaz, bidireccional, que no se
vea censurado por lo que a las iglesias/religiones afecte, que sepa
relacionarse con el público y llevar mensajes más positivos, de recomposición,
tolerancia, reorientación sin perder los valores que les caracterizan, acercar
a los que son iconoclastas a creer en algo más de lo que ven o suponen o
formulan con ciencia, sobre la vida.
La publicidad no
debería ser un pecado en las religiones; baja los costes, permite conocerse
entre creyentes, cumplen con su responsabilidad social y colaboran de manera
directa e indirecta en bienestar social, canalizado por las mismas iglesias. Obviamente
debe haber parámetros, pero ya basta de ser tan motolitos, cada país es otro y
se ve afectado económicamente, ¡hay que hacer de tripas corazón, sin perder el
rumbo, la clase, la compostura!
No con esto queremos
hacer un circo de “mea culpa” que se expían con un donativo económico, no. La publicidad
y el mercadeo, con las relaciones públicas, deben guiar a la población a ser
copartícipes de los cambios, a tener mayor sentido de ayuda y no con ello
mostrarse como los mejores colaboradores, con selfies, cenas de agradecimiento
o letreros conmemorativos de su cooperación. Eso sería quitarle el corazón y el
sentido a los preceptos religiosos que van con el fin de servir a Dios, no a
agradar a Dios con materialismo o banalidades que más bien lo disgustan porque
ustedes mismos, se van apartando de Él.
Dios concede la
capacidad de reescribir sus destinos y aporta a cada quien una historia de
vida, misma que vamos hilvanando con nuestro Libre Albedrío, las oportunidades
que Él entrelaza y el provecho que podemos sacar de ellas; ese es nuestro
trabajo a diario, demostrar que nuestro paso por la vid, es tan valioso como
creemos y más.
De esos dones,
nacen las profesiones y las mismas, al ser legados de Dios, ¿por qué no usarlas
con propiedad, sin ser inescrupulosos, sin más ánimo que aportar de manera
organizada y –por qué no- de esas experiencias contagiarnos para hacerlo
individualmente, sí es que acaso no quieres involucrarte a la iglesia de tu
comunidad.
Por lo tanto, hacer
publicidad, mercadeo y relaciones públicas a favor de las religiones, nos
ayudan a poner (no imponer) en la palestra los preceptos de Dios a las nuevas
generaciones, acabar con el falso anacronismo o tedio al que le aducen,
deslastrarse de los malos que en ellas han cohabitado engañando, por ser
lugares llenos de humanos que erran, como en cualquier profesión.
Es hora no de
vender ni de mostrar ni de presentar a Dios porque Él está por encima de todo y
en nuestros corazones dicta sus amores y leyes de convivencia, como siento yo
en éste momento que hace, es hora de vender, mostrar y presentar a un nuevo
orden de personas en el mundo que profesan su fe, se unen, muestran sus virtudes,
pensamientos y acciones no para competir, sino para ser competentes en pro de
todos.
Es hora de que la
Fe en el amor tenga el poder del planeta y se demuestre en cada una de nuestras
acciones, palabras y deseos; y les recuerdo, Dios es Amor.
Lcdo. Argenis
Serrano - @Romantistech
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