Definitivamente
que El Grinch existe. No es ficción y a su vez es un problema mayor de alguien
que se robe los regalos para hacer entristecer a un pueblo, tan solo para
satisfacer sus propias carencias emocionales.
El
Grinch existe en toda aquella persona que deja de entender la misma esencia y
motivo de la Navidad, transformándola en hechos materiales, de consumo de
alimentos o del solo recibir.
Y
que además, buscan crear a la Navidad perfecta en base a historias ficticias
donde se dibuja que el “salvar a la Navidad” es todo aquello que respecta a
tener los regalos a mano o la fiesta más perfecta, con los trajes, decoración y
comida navideña que les haga sentir victoriosos.
El Grinch
Este
ser es aquel que no se detiene ni un segundo a ver al cielo y buscar esa
estrella que a los Reyes Magos (los
posibles 4 reyes como dice esta historia que pueden leer dando CLIC AQUÍ), guiaron para llegar a
adorar al Mesías profetizado.
Se
encuentra vivo en ese joven que en una reunión formal o informal en la Nochebuena de Navidad nada más se
encuentra fastidiado de con quienes la está pasando, se ocupa sólo de su
teléfono y años después, se encuentra molesto con su propia forma de ser por no
valorar los momentos con su gente.
El
Grinch es aquella mujer que, si no se come lo que ella ha preparado, se ofende,
porque dice que la Navidad es comer y la música.
Está
en quien da de lo que le sobra y no de lo que realmente tiene, creyendo que así
expía sus culpas y tiene verdadero espíritu navideño.
Se
encuentra entre los que dicen que es la bebida y los cohetes o la ropa que se estrena
donde radica la verdadera esencia de la Navidad ya que por todo eso se esforzaron
trabajando durante todo el año.
Habita
entre los que fundamentan las fechas en el árbol de Navidad más hermoso y mejor
decorado e iluminado o en el pesebre más grande.
Está en quien no ve más allá
El
Grinch había en tanta gente que se está volviendo un verdadero problema, más
que su gruñona actitud. Por cierto que esa actitud cambió al final de la obra
escrita por el Dr. Seuss y hay
quienes no reparan y emulan en ello.
Este
ser mal encarado y afectado por el trato de los demás, entendió sin querer el
cómo estar por encima de todos, al quitarles lo material, vio que la gente no
se amilanaba y sabía que existía un mañana.
Que
mientras todos estén unidos y queriéndose, las fechas navideñas se repetirán en
cada momento del año, haciendo a personas más empáticas, que valoran los
instantes y que se cuidan y aman como los iguales que son.
El
Grinch, como dijimos, habita entre nosotros. Pero es más la versión gruñona que
aquella que despertó a la Navidad. Y es ese Grinch el que debemos rescatar y
revivir, el de la moraleja.
Todos
somos iguales ante los ojos de Dios; nuestros malos momentos no nos deben
transformar en seres asociales o antisociales, sino gravar nuestro carácter para
dejar de ser parte de ese eslabón destructivo.
Ver
los sentimientos propios y ajenos. Las luchas, acompañamientos y logros como un
todo positivo, para todos.
Dejar
las amarguras a un lado y poder, si bien no hacer una paz perfecta, al menos un
rompimiento de la hostilidad e indiferencia. Ser diplomáticos y continuar sin
una carga actitudinal negativa.
Ese
es el Grinch que deberíamos ser. Pero muchos prefieren el lado negativo para
deslucir a tan maravillosa y sublime época o simplemente transformarla en un
hecho meramente material.
Ojo,
lo material también luce y acompaña, pero no puede ser un cascarón vacío; debe
estar lleno de Fe, Esperanza y Caridad.
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