jueves

Ser como el Bambú


Razón tenía Gandhi al pedirnos ser como el bambú. Porque la vida es derivativa y hasta de nuestras buenas decisiones y nuestra actitud y aptitud, hay que también alejarse de lo monolítico y flexibilizar, por si acaso alguien en nuestro entorno cae y nosotros le hemos de rescatar…o ser nosotros los rescatados.

Ir con la corriente, con el viento, con la tromba o el huracán y no quebrarnos, pero sí saber soportar lo que venga y los escombros que pueda traer. Ser del entorno y a su vez colaborar con su recuperación, manteniéndonos fuertes, útiles, inspiradores.

El bambú se prepara para triunfar y en su camino hacia lo más alto se vuelve poderoso. Si la desgracia cae sobre él y alguien lo corta de manera indiscriminada, este árbol renace y llega de nuevo a la cumbre; incluso “empezando de cero”. Nos conviene prepararnos para ser tan fuertes como esta milenaria caña.

Algunos lo ven como un singular talismán; sin embargo sus poderes no están centrados en los llamados dones sobrenaturales. Él bambú es un reflejo de muchas cosas: fortaleza, vitalidad, paciencia, constancia, perseverancia y, sobre todo, grandeza, como la que dijo Bolívar “la de ser útil”, en una humildad de la que no se jacta, sino que simplemente se muestra con hechos y no razones. 

Además, es una valiosa planta que nos enseña a esperar el tiempo preciso. Sembrar una semilla de bambú en el jardín de su casa, obliga que armarse de paciencia para no llevarse una gran decepción, porque aún con esmerado regado durante meses e incluso durante los primeros años, no conseguirá que brote ni el más pequeño tallo. Ella demora hasta más de 7 años para germinar. Y ese tiempo en términos humanos es el de descubrirnos, en actos, consecuencias, aciertos, errores y adaptación, cuando descubrimos que no tenemos un entorno, somos parte del todo y debemos esperar lo mejor, preparándonos para la atípico y lo peor.

En nuestra vida diaria, nos ocurre lo del bambú. Requerimos del tiempo suficiente para acceder a nuestros propósitos. ¡Claro! No tenemos la paciencia del bambú para crecer. Cuando algo no nos sale bien les echamos la culpa a todos.  Deberíamos tener presente que todo sucede en el tiempo de Dios, al igual que ocurre con el bambú.

Cuando ya el alma humana, la conciencia y la humildad están preparadas y regadas, crecen vertiginosamente como el bambú su tallo que alcanza hasta tres metros en un solo mes. Y es que durante todo el tiempo que espera para verlo florecer, él se la pasa trabajando por su propia cuenta. En la franja de años transcurridos entre la siembra y el nacimiento del brote, la semilla del bambú echa raíces.

El bambú primero prepara sus bases para lo que será su sólido futuro y asegura la firmeza que tendrá durante la madurez. Sus raíces son tan fuertes, que ellas frenan la erosión que carcome a la tierra, pues no permiten que épocas de lluvia el piso se desmorone.

Muchos no saben cimentar las bases de lo que será de su futuro. Quieren frutos sin el menor esfuerzo. Luego, por los afanes, sienten que no avanzan. A todos nos corresponde vivir nuestro propio proceso de aprendizaje. 

Algunos dicen que no quieren aprender nada de lo tácito y sencillo de la vid, que no desean perder el tiempo con esas cosas, pero sí quieren el camino dizque fácil. Después, en su quehacer laboral, a la menor adversidad fracasan y mueren, no solo en sus vidas laborales sino emocionalmente.

Justo cuando crece, el bambú es capaz de resistirlo todo. Si hay vientos fuertes, esta caña los enfrenta. Si bien es cierto que se puede doblar con un vendaval, jamás se quiebra. Así deberíamos comportamos ante las borrascas de la vida. Sí tenemos bases tan poco sólidas, ante la menor brisa, los problemas nos moverán el piso y van a carcomer nuestro estado de ánimo.

A veces los resultados frustrantes nos golpean tan fuerte, que nos resquebrajamos y bajamos la guardia. No sabemos asimilar esas experiencias ni mucho menos las aprovechamos para superarnos.

El bambú también es un gran transmisor espiritual. Los peculiares sonidos que producen sus tallos al ser soplados se convierten en vibraciones que elevan el alma, al punto que pueden conseguir curar y aliviar dolencias con sus vibraciones y canalizar o revitalizar la energía.

¿Le compones música a tu alma?, o le das cabida en el corazón a los rencores, a los odios y a las tristezas. Con ello, antes que transmitir un mensaje espiritual, lo que haces es ensuciarte cada día. El bambú es sabio y nos enseña la importancia de estar preparado para lo que vendrá; sea “bueno” o sea “malo”. 

Es importante trabajar para crecer porque solo así seremos capaces de alcanzar el éxito y ser como el bambú: el mayor ser de crecimiento espiritual y vital que existe en todo el universo. Lo que decidas ser, así sea lo más sencillo y que te ayude a vivir dignamente, mientras te haga feliz y te ayude a que otros lo sean, te hace ser un bambú.


Lcdo. Argenis Serrano - Twitter: @Romantistech

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