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jueves

Explicando el por qué El Vaticano pide que no le digamos a la Virgen María “Corredentora”

La maternidad de María y la singularidad de la redención de Cristo

Históricamente, el título de «Corredentora» para referirse a la Virgen María emergió en el siglo XV, a menudo como una expresión de afecto y una forma de honrar los profundos dolores que experimentó la Madre de Jesús al pie de la Cruz en el Calvario. Líderes de la Iglesia, incluidos Papas como Pío XI y San Juan Pablo II, han utilizado el término en un sentido poético para destacar la íntima y única unión de María con la Pasión redentora de su Hijo. No obstante, es crucial notar que, a pesar de su uso devocional, la Iglesia ha mantenido una reserva sistemática y se ha abstenido de elevar este título a la categoría de dogma o enseñanza esencial.

Virgen María


Precisión teológica y el riesgo de confusión

La cautela de la Iglesia se fundamenta en la necesidad de salvaguardar la unicidad e infinitud de la obra de Jesucristo. El prefijo "co-" en "Corredentora" implica una asociación, que, si no se explica con extremada precisión, puede llevar a una interpretación errónea y peligrosa. Podría sugerir, equivocadamente, que María proporcionó una contribución esencial o complementaria de la que la obra de Cristo, por sí sola, carecía.

Este riesgo es teológicamente significativo porque podría involuntariamente diluir el núcleo cristocéntrico del Evangelio. La Sagrada Escritura es clara y enfática: toda bendición y salvación provienen únicamente de Jesucristo.

 

La centralidad irreemplazable de Cristo

La razón principal de la gran reserva de la Iglesia es la preservación de la doctrina fundamental sobre Jesucristo como único Redentor y Mediador. La Biblia lo afirma de manera inequívoca:

  • "En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12).
  • "Hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre" (1 Timoteo 2:5).

El sacrificio de Cristo en la Cruz es perfecto, completo y suficiente por sí mismo, sin necesidad de que ninguna criatura, por noble que sea, le añada algo (Hebreos 10:14).

 

La participación subordinada de María

El papel de María, aunque es el más íntimo y singular de todas las criaturas, es siempre subordinado y derivado. Ella es la principal entre los redimidos, recibiendo primero la plenitud de la redención por los méritos de su Hijo. Su cooperación, como la describió San Juan Pablo II, abarca la obra salvífica, pero emana enteramente de Cristo, nunca a la par con Él en igualdad. Ella es intercesora y discípula ejemplar, cuya obediencia culmina en la invitación: "Haced lo que él os diga" (Juan 2:5).

El Concilio Vaticano II omitió deliberadamente el título de Corredentora de su documento clave (Lumen Gentium) por cautela dogmática y claridad pastoral, buscando evitar cualquier apariencia de que la devoción mariana pudiera opacar la centralidad de Cristo. Como advirtió el Cardenal Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), el término se "aleja demasiado del lenguaje de la Sagrada Escritura" y puede oscurecer que "todo proviene de Él [Cristo]". Afirmar esto es vital para asegurar que el amor por la Madre nos conduzca siempre más profundamente al misterio de su Hijo.

 

Una explicación sencilla

Imaginen que la Redención es como la construcción de una casa perfecta 🏠. Jesucristo es el Arquitecto y el Constructor que, con su vida y su sacrificio en la Cruz, puso la última piedra y completó la obra al 100%. La casa está lista, es perfecta e inhabitable. María, por su parte, es como la Madre que ayuda a mantener esa casa, la embellece con flores y se asegura de que todos sus hijos puedan entrar y sentirse cómodos en ella; ella participa en la aplicación y la comodidad de la obra, pero no puso ninguna viga ni un solo ladrillo esencial que el Constructor olvidara.

La labor de María es importantísima y única, pero la capacidad de la casa para salvar y albergar proviene solamente del Constructor original, Jesucristo. Esto no quita valor a María, sino que garantiza que la obra de su Hijo es perfecta y completa y que ella misma se benefició primero de esa obra.

Lcdo. Argenis Serrano 

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