Es recomendable rezar algunas oraciones dedicadas al arcángel Gabriel (Dios es mi Fortaleza), por ser este el más puro de los arcángeles, ya que es el que anuncia el advenimiento de Jesús; su principal atributo: Ayudar en la concepción y proteger en los nueve meses de gestación.
Es el arcángel que armoniza a las personas furiosas,
fomenta las buenas relaciones familiares, atrae a las personas distantes, es
uno de los arcángeles más poderosos, porque el arcángel Gabriel es uno de los
que está más cerca de Dios, por lo cual invocarlo es llenarse pureza y perfección.
De hecho, se dice que desde la antigüedad el arcángel
Gabriel que custodia a los Cuatro
Ángeles que guardan los elementos principales: Agua, Fuego, Tierra y Viento.
También se le conoce como el embajador de la humanidad,
es el Ángel de la Revelación,
comunicarnos con él nos fortalece, hace renacer nuestro niño interno, nos
alimenta.
Su color: Blanco
Su día: Miércoles
Su aceite: Jazmín
Su aroma: Jazmín
La celebración al arcángel Gabriel es el 24 de marzo.
Carta del Arcángel San Gabriel, Para Ti
Defensor de la Iglesia y Abogado de los Hombres
Guío en la vigilia y en la
dimensión de las distancias, contemplo a los niños y a los ancianos así como a
las mujeres buenas y los hombres honestos.
Rezo con El Eterno y miro y
no toco, pues el toque del arcángel Gabriel es luz para los que tuvieron venda
y mordaza; soplo y mi alentó sostiene los pasos extraviados.
Bendigo a la viuda
solitaria, conforto a los huérfanos, estoy detrás de los marineros de aguas
cristalinas y los que navegan en azules mares; pongo y quito la nube y elogio
la grandeza del claro firmamento.
También en muchas ocasiones,
al que injustamente pisan, con mi silencio devuelvo el pisotón. En las montañas
consuelo al soldado de pasos perdidos y por igual hago reflexionar al guerrillero.
Estoy a la vuelta del camino y espero al distraído.
Yo soy el arcángel Gabriel,
el de la ascensión, doy amor a los enfermos, en dulce secreto de la acacia; a
los que cantan o vociferan para el mal o alabando al que hace daño, les
amonesto y a los que piden pan y justicia les doy el tono del bienestar,
acompañándoles con la música del viento.
Pongo la lluvia después del
sol y junto a mi hermano el soberano San
Miguel Arcángel, forjo y hago los días del alfarero.
Rocío polvo en los necios e
irradio a los malvados, no acepto las bajas pasiones y severo soy con los
ambiciosos que sólo piensan en sí mismos y van por el mundo pisoteando a otros
para conseguir sus nefastos logros.
Mi manto es blanco para
consolar al afligido y miro bien los ojos de los niños y de sus hermanos. Exijo
piedad ajena al sacrificio, compenso el lamento en la ensenada de las patrias y
muchas veces en la patrulla perdida, en la barcaza o el navío, guío al timonel
por aguas seguras.
Veo los principios de mi Padre Celestial y devuelvo la maldad en
número de muerte. Saludo al hombre que es leal a su bandera, soy vigilante de
las mujeres buenas y pongo coto a cualquier abuso en contra de ellas.
Mi espada corta la cabeza
del rufián, yo conozco las puertas de cualquier ciudad en oriente y occidente y
digo con la anuencia del Eterno: Quién
vive. Y el que no responda no entra ni sale más de ellas.
Escolto a los infantes en
los buques y a veces los años son para mí siglos y los siglos son milenios en
los mares o en los ríos.
Los ángeles de la guarda que yo, el arcángel Gabriel, pongo detrás de
quien yo quiera, son fuertes y fieles protectores, en las dificultades y en los
reveses, en lo que parece inalcanzable.
Hago a mis hombres y mujeres
salir bien de toda empresa y castigo al que blasfema y se burla por sutil que
su comentario sea y pongo las tinieblas sobre su cabeza.
En la sapiencia que el
susurro enseña digo al neófito: no escuches consejos de malvados y no pretendas
nunca enderezar entuertos que no son propios de ti. No pierdas el tiempo en
tonterías o ambigüedades, ocúpate por ser próspero, útil y feliz.
Yo el arcángel Gabriel te
prometo ser tu compañía en la senda, no olvides que soy calendario de El Dios Eterno, junto a la balanza de
mi hermano Miguel, donde él sentencia y yo también.
En las noches en que la
madre espera el retorno de sus hijos o quizá cuando alguno de ellos esté
enfermo, advierto que estoy detrás de ella. Por igual soy dueño del dinero y
del poder, aunque para mí eso es efímero.
La belleza doy de la razón y
la conciencia, pero también las quito a quien no las sustenta. No nombro al
falso o falto de sinceridad, sencillamente comparo el linaje de mis rayos en su
alma y veo de qué color es la de cada quien.
Cuenten conmigo, porque el
arcángel Gabriel siempre estará con los humildes y con su dignidad; puedo abrir
las puertas del infierno a quien les atormente o con sus necesidades juegue, no
demuestro ni me jacto de nada, pero cuando me llaman, aparezco.
Enseño mis augustas
doctrinas en el camino recto. Alejo de los sitios indebidos vistos mal por El
Eterno y por mí a todo el que sea recto, arrepentido, digno y por sobre todo,
humano.
Doy refugio a las buenas
costumbres y rechazo la esclavitud y la condeno en los cielos y en la tierra;
distancio al traidor mucho antes de su fechoría y la modestia del señorío
coloco a los estrados de El Eterno.
La divisa del arcángel
Gabriel es el bien, mi honor es mi enseña, mi canto es el azul del cielo y la
lluvia en la tierra a quien la abona.
Ritual para invocar al arcángel Gabriel
Retirarse a un espacio
tranquilo, esto puede hacerse antes de dormir; tratar de relajarse, cerrar los
ojos, concentrarse, pensar en un lugar fresco, puede ser una cascada, una
montaña, respire profundamente, aspire por la nariz y exhale por la boca, trate
de visualizarse en un sitio lleno de luz muy blanca, llame al arcángel Gabriel,
repita este ejercicio cuantas veces crea necesario con todos los Arcángeles,
ellos llenarán su vida de Salud,
Fortaleza, Amor, Paz, Sabiduría y Armonía.
Petición al arcángel Gabriel
Mensajero de los cielos, guardián
de los niños, ampara y protege a mi niño interno, no permitas que me amargue,
que sea siempre alegre, que mi misión sea dar lo mejor de mí y de ello en mi
entorno y mi país consigan y reciban buena y justa utilidad; concédenos el
poder ser buenos padres y así alcanzar la paz que reside en el Altísimo.