Es propicio decir “Dios proveerá”. De hecho, todo en lo que se anteponga el santo nombre de Dios, es bueno y su resultado será la construcción del destino que ha de ser y no siempre del anárquico que, como humanos, elegimos.
Lo que me preocupa es que se haya tergiversado hacia el materialismo y no a los dones del Espíritu Santo que nos permiten ser y estar en este mundo, que componen directa o indirectamente a nuestro libre albedrío y que incluso, nos permitan cumplir con la sentencia dada a Adán y Eva y por ende a la humanidad, “ganarás el pan con el sudor de tu frente”.
Muchas iglesias o congregaciones con sus pastores están guiando a la gente a agradecer. Sí, agradecer, pero más a las cosas materiales que se piden, que a las necesidades del alma, esas que le pedimos al Señor para poder fortalecer para alabarle y glorificarle tal cuál Él merece.
Usar el “Dios proveerá”, pensando en el dinero, en que te va a llegar un auto regalado, una licuadora de la nada, tendrás una moto o el viaje de vacaciones que sueñas, asemeja mas una petición a una lámpara mágica que a Dios. Y eso, además de ofensivo, es pernicioso porque insta a otros hacia la banalidad.
El que agradezcamos las cosas que nos llegan es por demás correcto. Pero creer que Dios es un proveedor de objetos no más, resulta una afrenta incluso para Él, que ha permitido a la raza humana crecer sistemáticamente y poder generar tecnología para una vida mejor.
Si un guía de iglesia te invita a orar por un carro, una consola de videojuegos o por ampliar tu casa, te está formando tan banal e impío como él, que pide dinero en grandes cantidades para darse lujos como representante de una congregación.
Ya es bastante fuerte el aceptar el que predique en un escenario improvisado, como para que también haga un teletón. Y peor, que a la hora de las necesidades, te dé algunos mendrugos y diga que sólo oró por ti para que recuperes la salud o finiquites una deuda.
Es pues
un seudo recaudador de impuestos (el diezmo), que te deja a la deriva y que
sólo te resignes a que Dios proveerá, mientras le sigues pidiendo cosas
materiales.
Reflexionemos sobre la sentencia real, “Dios proveerá”
Esta
refleja una actitud de entrega, humildad y gratitud con la que se reconoce no
más al pronunciarla o evocarla de manera silente pero con el corazón, que no
todo depende del esfuerzo humano, sino que hay una fuerza superior que cuida de
nosotros.
El
Dios proveerá nos invita a soltar preocupaciones, cultivar la paciencia y
mantener una perspectiva positiva frente a los desafíos, sin que nuestra
anarquía nos ciegue y que los resultados no nos alejen del camino del Señor sí
acaso no son beneficiosos o completos como soñamos.
Les recuerdo
que Él sabe lo que hace.
Esta
expresión – sentencia no implica pasividad, sino una combinación de acción
responsable y confianza espiritual.
Sea
cual sea la iglesia a la que asistas o de la cultura de la cual provengas, el
Dios proveerá siempre será un consuelo, muy atado a la expresión descrita por
Jesucristo en el Padrenuestro, “hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el
cielo”, fungiendo pues como sólido recordatorio de que no estamos solos y que,
incluso en los momentos más oscuros, hay una luz celestial que guía y sostiene
A
Dios se le pide salud, discernimiento, protección, paciencia, control, que
despeje nuestros caminos de todo mal, que haya paz entre las gentes, perdón e
indulgencia.
Y seguro
estoy que Dios proveerá a través de tus acciones, porque a Él también se le da;
y ayudar a tus hermanos que son tus hijos, te brindará más y mejores cosas que
lo más material que puedas pensar.
Dios
es el valor total, y las cosas materiales te las ganas tú, cumpliendo con tu
trabajo y con tus buenas acciones, de las cuales puedes recibir bendiciones de
otras gentes de bien que te van a ayudar.
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