En lo que respecta al alma y las ánimas, las definiciones dogmáticas se ocupan casi siempre de la relación entre “alma” y “espíritu”. Cierto es que el hombre tiene una sola alma, el “ánima intelectual” que es inmortal y es forma corporis. El alma es creada por Dios ex nihilo y no tiene existencia pre corporal. Constituye el principio vital del hombre. El alma regresa donde Dios, cuando el cuerpo (la persona), muere.
En el idioma corriente las palabras “alma” y “ánima”
son sinónimas. Se trata de la sustancia espiritual e inmortal que se encuentra
en el cuerpo humano. Se define también como parte emocional y moral del hombre.
Es lo que da vida, aliento y fuerza.
La palabra alma abarca todos estos conceptos,
mientras que la palabra ánima se refiere más bien al alma de los difuntos que
sube al purgatorio o al cielo. En otros idiomas sólo existe un término: Seele,
soul, l’ame.
La doctrina oficial es aceptada por el pueblo, sin
embargo, se cree que el alma no regresa directamente a Dios o va al purgatorio,
sino que se queda todavía en el mundo hasta que terminan todas las ceremonias
funerarias.
La despedida del alma en la noche del último
novenario es un rito importante porque asegura el paso tranquilo del alma hacia
el mundo del más allá. El pueblo cree que las almas pueden aparecer a los
parientes vivos en visiones o sueños para participarles algo importante o para
dar consejos.
Existe también la creencia que las almas errantes o ánimas en pena de
personas que no fueron enterradas debidamente, molestan a los vivos, aparecen
en encrucijadas y hacen travesuras. Están en el cementerio en el día de los fieles difuntos.
Según la doctrina oficial, las almas de los buenos
van al cielo y las almas de los malos al infierno, así como las almas en pena
van al purgatorio. El pueblo cree que las ánimas
del purgatorio salen a rezar y mundear de noche para purgar sus penas y/o
para anunciar la muerte de un pariente o amigo.
Los vivos y las ánimas
Los vivos pueden ayudar a las ánimas en pena con
obras pías, rezos, limosnas, sacrificios e indulgencias. La indulgencia plenaria era tema de ardua
discusión entre los católicos y protestantes en el tiempo de Martín Lutero.
Todavía la iglesia
católica enseña que ciertos actos religiosos, tales como peregrinaciones a
ciertos lugares o la asistencia a celebraciones especiales, resultan en una
indulgencia plenaria para las ánimas del purgatorio.
Ya en la primitiva iglesia los cristianos romanos
solían orar para los difuntos. En la Edad Media el culto
a los muertos floreció en Europa. Existían monasterios donde los frailes o las
monjas sólo oraban para los difuntos. Estas órdenes fueron mantenidas por los
que pedían este servicio.
Todavía es costumbre rezar por los muertos o pedir
misas para ellos con el fin de abreviar su estadía en el purgatorio. Se reza
sobre todo por el alma de parientes para alcanzar su salvación.
Tanto los vivos como los muertos pertenecen a l comunidad de los santos o sea, todos
los que creen en Jesucristo forman
una comunidad. Así los vivos y los muertos pueden ayudarse mutuamente. Eso explica
por qué los fieles no sólo rezan para sus deudos sino también a las ánimas del
purgatorio.
¿Las ánimas en pena pueden o no pueden ayudar a los vivos?
Esta pregunta no ha podido ser contestada
oficialmente. Por cierto que la liturgia oficial no tiene oraciones a las
ánimas y tampoco fomenta el culto para ellas; sin embargo, no está prohibido por la
iglesia católica apostólica romana el rezarle a las ánimas.
Algunos teólogos –con mucho cuidado- afirman que sí
es posible que las ánimas del purgatorio puedan ayudar a los vivos,
especialmente a sus parientes. Dicen que Dios quiere a las almas en pena y por su inmenso amor Dios les concede
favores, como sus hijos que son.
El pueblo cree que las almas pueden asistir a los
vivos y así ganarse méritos, según reza en la New Catholic Encyclopedia, 1961: 569). Hay que distinguir entre
oraciones en favor de las ánimas y las oraciones dirigidas a ellas. En el
catolicismo popular estos dos conceptos se confunden.
Muchas personas, sin importar su nivel académico,
intelectual o de oficio llegan a contar con profunda fe, respeto y seguridad
que en caso de apuro acuden a la tumba de sus padres, abuelos, tíos, hermanos,
primos, etc., para obtener su asistencia en la solución de un problema. También
la invocación ante una fotografía o una vela blanca colocada en el suelo es
parte de ese ritual sentido y de profunda entrega espiritual, afín y de
devoción a esas almas que están en la inmensidad y próximas al juicio de Dios
padre.
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