miércoles

Oración a San José (Patrono de San José de Maracay)


Santo Patrono de la Iglesia, de Ciudades, de los Trabajadores, Sacerdotes, las Mujeres Vírgenes, de los Pobres y Enfermos en Agonía

san josé


Clamo a ti, castísimo San José, honra de los patriarcas, varón según el Corazón de Dios, cabeza de la Sagrada Familia, ejecutor de los inefables designios de la Sabiduría y Misericordia infinita.

Padre putativo de Jesús y esposo dichosísimo de María, ¡cuánto me regocijo de verle elevado a tan alta dignidad y adornado de las heroicas virtudes que requiere!

¡Por los dulces abrazos y suavísimos ósculos que disteis al Niño Dios!, le suplico mi venerado San José que me admita desde este punto en el dichoso número de vuestros siervos.

Proteja a las vírgenes, ¡oh tutor de la virginidad de María!; y alcáncenos la gracia de conservar sin mancilla la pureza de cuerpo y alma.

Apiádese San José siempre de los pobres y afligidos y que por aquella extrema pobreza, por aquellos sudores y congojas que padeció usted por sustentar a salvar al Creador y Salvador del Universo, deles e inclúyanos a la hora de otorgarnos el alimento corporal y haga que llevando con paciencia los trabajos de esta vida, atesoremos riquezas verdaderas e infinitas más allá de las materiales, para gozarlas en la eternidad.

Sea usted San José el amparo de los hombres casados, ¡oh patriarca dichoso!, le pedimos que haga que los padres y las madres sean la imagen de vuestras virtudes y perfectísimo dechado de piedad a sus hijos.

Proteja piadoso San José a los sacerdotes y a los institutos religiosos y haga que imitando vuestra vida interior, llenen los cargos de su ministerio con la perfección con que vos cumplisteis las obligaciones de vuestro estado.

A la hora de laborar, dame la fuerza y la concentración, la concertación y el temple para poder hacer brotar lo mejor de mí en pro de un trabajo bien hecho y contando con la debida protección que sólo tú, San José, ejemplo de trabajo, puedes a quien busca ganarse el pan con el sudor de su frente, otorgar.

Llénanos en vida de copiosas bendiciones y en el trance de la muerte, cuando el infierno haga el último esfuerzo para perdernos, no nos desampares poderoso abogado de los que están agonizando.

Tú, San José, que tuviste la dicha de morir en los sagrados brazos de Jesús y María, ayúdanos a que en la hora final la luz del cielo se abran ante nuestras ya hechas peticiones echas cántico al decir con ferviente afecto los dulcísimos nombres de Jesús, María y José.

Amén

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