El Vaticano guía la senda del cristiano y cada actividad, para que se refrende y viva en la memoria de los millones y millones de creyentes que hay -somos- en el mundo.
Cada noviembre y con fecha aproximada del segundo domingo de dicho mes, se celebra la jornada mundial del abrazo en familia. Entiéndase que sí bien es un acto que promueve la iglesia católica, al hablar de familia, cambia al espectro de toda religión, creencia o no.
Porque salvo los villanos o los asociales que mutaron a sociópatas, a todos nos gusta un abrazo. Y eso es lo que se busca promover y no por un día, sino como una forma de vida.
Y el concepto de familia ha cambiado tanto -sin adentrarnos a polémicas-, que bien podemos ampliarlos. El abrazo en familia no sólo es con los padres, hermanos, abuelas, tíos y primas; es también con esas amistades que a bien han llegado a ti y son la familia que te dio la vida.
El abrazo fuerte que dice "acá estoy yo", sin necesidad de palabras, sólo sintiendo la empatía y al corazón. Quien se abre a un abrazo, puede saber sí este es real o falso, sólo hay que ser más receptivo y menos escéptico.
Las personas que padecen de depresión, bien requieren un abrazo y que sean escuchados y apoyados en su búsqueda de mejorar. Un abrazo de alguien que se atreve a decir sin palabras que está para esa persona, está salvando una vida. Y el cristiano está para eso, para impulsar al amor y preservar la vida.
El abrazo animal, ese que reconforta y se entiende en dos visiones distintas del mundo que se encuentran, es belleza y pureza.
Un abrazo está para celebrar triunfos, llorar tristezas en un hombro fraterno, resolver conflictos, despedir años y recibir nuevos, para alegrar a un niño, para confortar al enfermo, para dar amor a esa persona que amas.
Un abrazo puede destruir conflictos, resolviéndolo. Es un contrato social. Y que la iglesia católica lo promueva no es casualidad; es instar a las personas a acercarse en sus hogares, oficinas, talleres, en las calles y demás.
Ese mensaje de un abrazo hace que el cristiano católico apostólico romano se entienda perfectamente con el mormón, el evangélico, el musulmán, el ateo, el agnóstico; con el que es ideológicamente de izquierda o de derecha. Con quien está triste o está furioso; con quien tiene decepción o tedio.
En entonces un abrazo una puerta de acercamiento y ruptura de fricciones en pro de soluciones y la consecución del amor fraternal, laboral y de empatía.
Sí vemos al mundo como una familia no consanguínea, podremos evangelizar en el perdón, la alegría y la unión, tan sólo con un buen y sentido abrazo.
Lcdo. Argenis Serrano - @Romantistech
Cada noviembre y con fecha aproximada del segundo domingo de dicho mes, se celebra la jornada mundial del abrazo en familia. Entiéndase que sí bien es un acto que promueve la iglesia católica, al hablar de familia, cambia al espectro de toda religión, creencia o no.
Porque salvo los villanos o los asociales que mutaron a sociópatas, a todos nos gusta un abrazo. Y eso es lo que se busca promover y no por un día, sino como una forma de vida.
Y el concepto de familia ha cambiado tanto -sin adentrarnos a polémicas-, que bien podemos ampliarlos. El abrazo en familia no sólo es con los padres, hermanos, abuelas, tíos y primas; es también con esas amistades que a bien han llegado a ti y son la familia que te dio la vida.
El abrazo fuerte que dice "acá estoy yo", sin necesidad de palabras, sólo sintiendo la empatía y al corazón. Quien se abre a un abrazo, puede saber sí este es real o falso, sólo hay que ser más receptivo y menos escéptico.
Las personas que padecen de depresión, bien requieren un abrazo y que sean escuchados y apoyados en su búsqueda de mejorar. Un abrazo de alguien que se atreve a decir sin palabras que está para esa persona, está salvando una vida. Y el cristiano está para eso, para impulsar al amor y preservar la vida.
El abrazo animal, ese que reconforta y se entiende en dos visiones distintas del mundo que se encuentran, es belleza y pureza.
Un abrazo está para celebrar triunfos, llorar tristezas en un hombro fraterno, resolver conflictos, despedir años y recibir nuevos, para alegrar a un niño, para confortar al enfermo, para dar amor a esa persona que amas.
Un abrazo puede destruir conflictos, resolviéndolo. Es un contrato social. Y que la iglesia católica lo promueva no es casualidad; es instar a las personas a acercarse en sus hogares, oficinas, talleres, en las calles y demás.
Ese mensaje de un abrazo hace que el cristiano católico apostólico romano se entienda perfectamente con el mormón, el evangélico, el musulmán, el ateo, el agnóstico; con el que es ideológicamente de izquierda o de derecha. Con quien está triste o está furioso; con quien tiene decepción o tedio.
En entonces un abrazo una puerta de acercamiento y ruptura de fricciones en pro de soluciones y la consecución del amor fraternal, laboral y de empatía.
Sí vemos al mundo como una familia no consanguínea, podremos evangelizar en el perdón, la alegría y la unión, tan sólo con un buen y sentido abrazo.
Lcdo. Argenis Serrano - @Romantistech
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