La historia de la
humanidad se mezcla directamente con la solicitud que –dicen- tuvo el diablo
con Dios de mostrar su poder en los primeros 200 años de la humanidad luego de
la segunda venida de Jesús. Sí esa leyenda (porque no aparece ni en el Antiguo Testamento)
fuera cierta, ese pacto culminaría en 2033, que serían los 2000 años del cruce
de Jesús con el diablo que lo tentaba en el desierto. Por cierto, no pudo
tentarlo porque su fe, convicción y pureza con obediencia al padre, lo ayudaron
a ser más fuerte que satán.
Y sí, el mal ha estado
latente en la historia de la humanidad con una gran cantidad de seres viles
pero –en contraste- con propósitos y demostración de entereza (salvando la
corrupción y crimen + sangre fría que los llevaron a él); esos propósitos les
crearon la convicción de formarse, aliarse, saber cómo tener fondos económicos, estrategias, logros
concatenados para cumplir sus planes malévolos, fueran completamente o a
medias.
De ellos está construida parte de la historia
de la humanidad, lamentablemente; los malos han tenido la entereza y la
constancia para conseguir sus objetivos de poder y mantenerlo y hasta
traspasarlo por generaciones, creando bastiones de dolor que es propio del
maligno deseo de la dominación del hombre, por el hombre.
No sólo consiguen aliados
que muchas veces tienen sus propios intereses y buscan alianzas, también
consiguen acólitos, secuaces, serviles ideológicos con almas tan negras como
las de ellos pero dominables por no tener liderazgo y la organización de los sátrapas
mayores. Son sólo su carne de cañón, su brazo armado.
El diablo cumple a través
de ello su promesa de demostrarle a Dios su poder en La Tierra y en la especie que
“dice” dominar a la misma, la humanidad. Allí se nota una formación, un plan,
una línea de trabajo en pro del poder. Por
mucho que duela decirlo, los villanos sí saben cumplir sus objetivos y estos
siempre son los ligados al poder.
En cambio, la gente de
bien no tiene claro esos objetivos. Quizá por querer ganarlos con méritos, en
buena lid, democráticamente, espiritualmente y aunque todo eso está bien, deja
muchas brechas que el mal aprovecha porque son eso, malos; y los buenos, siguen
siendo buenos.
Los buenos temen que el
poder los emborrache y cambie entonces ven un poder más cercano, el de
contacto, que está bien, pero el poder generalizado, el de gobiernos
democráticos, el de la sana competencia, el de regir con justicia apegadas a la
leyes, el que tiene visos de humanidad, ese sólo se puede conseguir y mantener
teniendo claros los objetivos y siendo constante; quitando oportunidades a los
malos, no siendo jamás su comidilla ni darles flaquezas de las cuales
aprovecharse.
Los buenos deben tener algo
de maña, jugar en terrenos justos pero no convencionales para que, con la ayuda
de Dios que les ve unidos, defenestrar del poder a los verdaderos corruptos,
los que jamás debieron conseguir poder político, legislativo, judicial,
militar, eclesiástico, civil y hasta poder marital.
Al
mal no se le dan espacios, se le quitan pero no siendo como ellos, sino siendo
honestos, inteligentes, unidos, organizados, contundentes, con el poder como
objetivo y, al conseguirlo, hacerlo útil para el conglomerado,
para que cada generación tenga menos Bonaparte, Hitler, Gómez, Castro, líderes
asiáticos, africanos o del Medio Oriente sedientos de poder y usar a los demás
como sus esclavos para sus bajezas.
También para que no haya
policías que agredan a gusto, padres de familia que pegan a sus hijos, curas
pederastas que quieren afectar a una religión fuerte, los haters que buscan
sembrar cizaña, productores musicales que restan mensaje y siembran odio y
estupidez en sus productos; creadores de virus, espías corporativos, artistas o
deportistas que se envilecen con sus seguidores y viven vidas dispersas y
pecaminosas y se venden como libres.
No, el mal ya no debe
tener espacios, no se lo permitas, dale lo que más le molesta y reduce: conciencia,
astucia, humanidad, organización, control, fe, rectitud y todo lo que se te
ocurra derive del bien y que tenga toques de picardía y astucia.
Vamos a quitarle poder al
mal, no siendo reaccionarios sino los que marcamos la pauta, entrecruzando ideas para que las diferencias se hagan ideas unitarias; así Dios verá que su obra está viva a través de nosotros y con su mano poderosa,
nos cumpla la petición final del Padrenuestro, “no nos dejes caer en la
tentación y líbranos del mal, Amén”.
Lcdo. Argenis Serrano - @Periodistech
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