La secularización es el
proceso por el cual algo religioso pierde su carácter sagrado para volverse
parte de la vida civil o comercial. En el caso de San Nicolás, el cambio
ocurrió en varias etapas:
- Pérdida
de la identidad religiosa: San Nicolás era un
obispo del siglo IV (en Myra, actual Turquía) conocido por su caridad y
defensa de la fe. Santa Claus, en cambio, es un personaje fantástico que
vive en el Polo Norte y viaja en un trineo con renos.
- De
la caridad al consumo: San Nicolás repartía su riqueza
personal para ayudar a los pobres y salvar a personas en peligro. Santa
Claus se convirtió en la imagen de campañas publicitarias (famosamente con
Coca-Cola en 1931) que fomentan la compra de regalos.
- Cambio
de imagen: Se eliminaron los atributos de
obispo (la mitra y el báculo) por el traje rojo con bordes de piel,
diseñado para ser visualmente atractivo en anuncios.
¿Es "malo" para la Iglesia Católica?
La Iglesia no lo
considera "malo" en un sentido pecaminoso, pero lo ve con preocupación
o nostalgia por los siguientes puntos:
1.
El desplazamiento de Jesucristo:
El principal reclamo es que Santa Claus a menudo toma el centro del escenario,
haciendo que el nacimiento de Jesús (motivo original de la Navidad) pase a un
segundo plano.
2.
La distorsión de la caridad:
San Nicolás es un modelo de caridad cristiana (dar por amor a Dios), mientras
que Santa Claus se asocia con una "meritocracia" (si te portas
bien, recibes regalos).
3.
El riesgo del engaño:
Existe un debate sobre si fomentar esta creencia puede dañar la confianza de
los niños cuando descubren la verdad, haciendo que cuestionen otras figuras
espirituales.
4.
Oportunidad de evangelización:
Muchos líderes católicos sugieren "reclamar al personaje", usando la
figura de Santa Claus para contar la historia real del santo y mostrar que la
generosidad tiene raíces en la fe.
Para la Iglesia, el
problema no es el personaje en sí, sino el "vaciamiento" de su
significado espiritual.
Y también que desplace al
Niño Jesús -eje total de la fecha- y que los niños, jóvenes y adultos no
aprendan, entiendan, refuercen que él es el verdadero regalo para la humanidad.
Que la Navidad no se
pierde porque no lleguen regalos, se pierde cuando no le damos acceso al Niño
Dios a nuestras vidas.
Eso sí, el bien de
ayudar, regalar, mantener la esperanza e inocencia, dejarse sorprender y
valorar los esfuerzos son maneras de entender el mensaje de Jesús nacido y que
bien puede ejemplarizarse con Santa Claus, el bonachón del traje rojo.
