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domingo

Oración a la Virgen de la Caridad del Cobre

 


¡VIVA LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE!

Esta oración es copia de la que dejó la Virgen de la Caridad del Cobre para las mujeres cuando los tres Juanes navegaban por el mar, vino una tormenta de agua y los viró y se estaban ahogando. Y como eran devotos de la Virgen de la Caridad del Cobre y la llevaron en una reliquia en el cuello, cuando se vieron perdidos llamaron por ella, se les apareció y los salvó a los tres: Juan Odio, Juan Indio y Juan Esclavo.

Luego de haberlos puesto a salvo, la Virgen de la Caridad del Cobre les dijo estas palabras:

Sabrán, mis queridos hijos, que soy la Reina Madre de Dios Todopoderoso. Y los que crean en mi gran poder y sean devotos mío, siempre conservarán mi estampa en una reliquia para que les acompañe y con esta, estarán libres de todas las cosas malas, estarán libres de toda muerte repentina, no podrá morderles ningún perro con rabia ni ningún animal malo; estarán libres de accidentes y aunque una mujer esté sola, no tendrá miedo a nadie, porque nunca verá visiones de ningún muerto ni cosas malas, diciendo esto:

“La Caridad me acompaña y su Amén Jesús”

Y luego dijo a Juan Esclavo: “Juan, aquí dejo  mi Hijo con los Santos Evangelios y la Cruz en que murió, esta oración para que cuando una mujer esté de parto y se halle afligida por los dolores tan fuertes que siente en su corazón y que un mal parto trae malas resultas, hasta perder la vida, que ponga esta oración sobre el vientre, haciendo la Señal de la Cruz, en memoria de los siete dolores que yo tuve tan fuertes y que desde lo alto del cielo alcanzará la bendición de Dios y una Salve a la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre, parirá su hijo sin peligro”.

Amén, Jesús.

virgen de la caridad del cobre


Cómo orar a San Ignacio de Loyola a diario sin importar lo ocupado que estés

 Oraciones escritas por San Ignacio de Loyola y para él.

Oración de entrega

(Recomendada para la oración matinal y para la acción de gracias tras comulgar.)

Toma, Señor, y recibe toda mi libertad,
mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer.

Tu me diste, a Ti, Señor, lo torno.
Todo es Vuestro: dispón de ello según sea tu santa voluntad.

Dame de tu Amor y Gracia, que éstas me bastan.
Amén.

 

Alma de Cristo

(Recomendada para la oración matinal y para la acción de gracias tras comulgar).

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos.
Amén.

 

Hacer oración

(Para antes de hacer un rato de oración mental)

Señor, de verdad deseo prepararme bien para este momento, deseo profundamente que todo mi ser esté atento y dispuesto para Ti.

Ayúdame a clarificar mis intenciones. Tengo tantos deseos contradictorios. Me preocupo por cosas que ni importan ni son duraderas.

Pero sé que si te entrego mi corazón, haga lo que haga seguiré a mi nuevo corazón.

En todo lo que hoy soy, en todo lo que intente hacer, en mis encuentros, reflexiones, incluso en las frustraciones y fallos y sobre todo en este rato de oración,
en todo ello, haz que ponga mi vida en tus manos.

Señor, soy todo tuyo. Haz de mí lo que Tú quieras.
Amén.

 

Señor, Tú me conoces

Señor, Tú me conoces mejor de lo que yo me conozco a mí mismo.
Tu Espíritu empapa todos los momentos de mi vida.

Gracias por tu gracia y por tu amor que derramas sobre mí.
Gracias por tu constante y suave invitación
a que te deje entrar en mi vida.

Perdóname por las veces que he rehusado tu invitación y me he encerrado lejos de tu amor.

Ayúdame a que en este día venidero reconozca tu presencia en mi vida,
para que me abra a Ti.

Para que Tú obres en mí,
para tu mayor gloria.

Amén.

oración a san ignacio de loyola


Oraciones a San Ignacio de Loyola

Oración a San Ignacio de Loyola para Alejar a Malas Personas

¡Oh!, Virgen Santísima, madre excelsa y celestial, que inspiraste con tu luz maternal a San Ignacio de Loyola a seguir el sendero del servicio sacerdotal a dedicar su vida con su espiritualidad a servir, de obra y ejemplo a la humanidad, te pido humildemente que perdones mis faltas y me permitas por la gran devoción que te profeso, que San Ignacio de Loyola me proteja con la fuerza de la fe, alejando de mi entorno a las personas que sólo mal me quieren traer.

Te ruego aléjalas de mi lado y dales a conocer que más les vale hacer el bien. Amén.

Oración a San Ignacio de Loyola contra los enemigos 

Santísimo padre San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús; escogido entre millares para dilatar la gloria de Dios por los cuatro ángulos del mundo; varón eminentísimo en toda clase de virtudes…

Pero especialmente en la pureza de intención con que siempre anhelabas la mayor gloria de Dios; héroe insigne de penitencia, humildad y prudencia; infatigable, constante, devotísimo, prodigiosísimo; de caridad excelentísima para con Dios, de vivísima fe y esperanza robustísima…

Me gozo, amado Padre mío, de verte enriquecido con tantas y tan eminentes prerrogativas, y te suplico alcances a todos tus hijos aquel espíritu que te animaba, y a mí una intención tan recta, que hasta en las menores cosas busque puramente la gloria divina, a imitación tuya, y logre por este medio ser de tu compañía en la gloria.

Amén

sábado

Oración ante el Fallecimiento de un Ser Querido

¡Oh Jesús, único consuelo en las horas eternas del dolor, único consuelo sostén en el vacío inmenso que la muerte causa entre los seres queridos! 

Tú, Señor a quién los cielos, la tierra y los hombres vieron llorar en días tristísimos; Tú, Señor, que has llorado a impulsos del más tierno de los cariños sobre el sepulcro de un amigo predilecto; 

Tú, ¡oh Jesús! que te compadeciste del luto de un hogar deshecho y de corazones que en él gemían sin consuelo; Tú, Padre amantísimo, compadécete también de nuestras lágrimas. 

Míralas, Señor, cómo sangre del alma dolorida por la pérdida de aquel que fue deudo queridísimo, amigo fiel, cristiano fervoroso.

¡Míralas, Señor, como tributo sentido que te ofrecemos por su alma, para que la purifiques en tu sangre preciosísima y la lleves cuanto antes al cielo, si aún no te goza en él! 

¡Míralas, Señor, para que nos des fortaleza, paciencia, conformidad con tu divino querer en esta tremenda prueba que tortura el alma! 

¡Míralas, oh dulce, oh piadosísimo Jesús! y por ellas concédenos que los que aquí en la tierra hemos vivido atados con los fortísimos lazos de cariño y ahora lloramos la ausencia momentánea del ser querido, nos reunamos de nuevo junto a esa persona y en torno a Ti en el Cielo, para vivir eternamente unidos en tu Corazón. 

Amén.

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