Así como aquel hombreo aquella mujer que aprendieron a entender
a los demás para las ventas con el curso Marketing Quito que bien tuvimos el placer de observar, así debería saber vender y
venderse cada persona de bien en todo el mundo. Que el buen vendedor es aquel
que ofrece los productos desde el alma.
Por un corazón más sincero
Difícil es que las personas acepten que la bondad es siempre, porque
la otra mejilla es una realidad que ha devenido a medias porque en ocasiones a
la primera mejilla se le dio un golpe contundente, lleno de odio y/o interés en
la dominación de cuerpo y alma, ajeno.
Y
cuánta razón tienen al respecto. No podemos permitir que las falsas caretas nos
sigan engañando o aquella mentira que el
matrimonio y los hijos pueden hacer cambiar a una persona en su hostilidad,
apatía, arrogancia, indiferencia o beligerancia.
Esas
personas se nos venden en un principio como mansos corderos, para luego sacar
sus garras e hincarlas hasta más no poder, para dominar voluntades por la
fuerza física y el control mental, además del poder económico o de amenazas en
base a la manipulación de la ley.
Uno,
como buen vendedor, aprende a tener tino y olfato con respecto a con quienes se
codea. Quien sabe vender con honestidad, detecta una amenaza de falsedad a
distancia.
Y
sí, esto es poner algo de malicia, pero no para atacar, sino para defenderse y
cuidarse en salud.
El Buen Vendedor
Quien
sabe de marketing digital sabe que ésta especialidad no promociona ni muestra
imágenes, sino que ayuda a acompañar sentimientos, ideas, necesidades, siempre
con propuestas positivas y bien construidas.
Ese
es el buen vendedor, el que se muestra comedido y dispuesto a ayudar a los
demás a crecer, en especial a la persona amada.
Proponerle
ideas, acompañarle en las suyas propias; ayudar a medir consecuencias, ver
resultados en caliente, pensando con mente fría (no calculadora, atención a ello).
En
ese tipo de personas, que saben ser buen vendedor de su persona y manifiestan
verticalidad. Con la comprensión de que pueden errar, se pueden disgustar,
decaer anímicamente, pero que jamás te van a usar para asentar un dominio sobre
ti (ergo, un parásito social), esas personas son valiosas en nuestras vidas,
por lo ejemplares y confiables que son.
Además,
uno debe ser así, buen vendedor de su persona. Que es un vendedor de puerta en
puerta que se queda a ser útil donde es recibido y se va sin rencores de donde
no es admitido.
Eso
sí que es un buen vendedor, que no venderá cosas, pero sí ofrece el producto de
su mente, los bienes de su alma, el servicio de su corazón y asienta su marca
al prójimo.
Mutuamente
hay que comportarse como un buen vendedor de su persona, para saber alejarse de
los malos, de los que les ofrecen negocios turbios o alianzas inestables.
Ello
asegura la probidad que todo buen vendedor merece recíprocamente, consolidando
una sociedad que seguirá haciendo marketing de manera directa a indirecta a
otros, por siempre.
Eso,
amigas y amigos, es ser un buen hermano e hijo de Dios.
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