Con la pandemia del Coronavirus se ha desatado también una epidemia nueva: la de la mezquindad.
Sólo comparaciones con otras enfermedades se leen en redes sociales. Y muchos profesionales de la medicina hablando que eso estadísticamente no incide porque hay patologías más severas.
Además, los medios haciendo dinero con el rating y comerciantes inescrupulosos -grandes y pequeños- con productos para la salud e higiene.
Tales formas de mezquindad están socavando la fe y la calma tanto como la paranoia y la falta de aceptación y auto-protección, especialmente en Iberoamérica.
Damas y Caballeros que leen: Sea 1, 8, 33, 300 casos de Coronavirus que lleguen a la fatalidad, son nocivos para cualquier país. El motivo: cada país es cimentado por su gente.
Que llegue un virus de la nada y desestabilice comunidades, estados, países y en especial familias, acabando con rapidez la vida de nuestros seres amados, no puede ser desestimado por comparaciones o cifras aceptables estadísticamente.
El asunto a tratar es la humanidad, que detrás de cada víctima de esta pandemias, hay dolientes que ven perder la vida de un ser amado.
Y nada de estar diciendo que son personas mayores. Son seres queridos y sí bien la muerte es signada por Dios, la calidad de vida depende de los humanos y que miles de personas estén muriendo gracias a la ineficacia y falta de humanismo en ciertas regiones, ya sea consumiendo alimentos de animales indebidos o haciendo experimentos para las guerras, hace más deplorable las muertes de inocentes por efecto dominó.
Dejen de hacer comparaciones, ver a las personas por números, descuidarse, resignarse a la muerte cruel. No, eso es deshumanizante, mezquino para con uno mismo y para nuestro entorno.
Imaginen -Dios les libre- que fallece una persona amada por ustedes. ¿Es acaso un número?, ¿acaso estaba enfermo hace unos días?, ¿se dio tiempo para tratar?
Y damos gracias a Dios por quienes se han recuperado, que son miles, gracias a tener fe y las defensas altas, la preparación debida y aún tiempo por estar en el plano terrenal. Y no porque el número de recuperados sea mayor, se va a demeritar la muerte de quienes han sucumbido.
Ese es el punto, ver que la enfermedad ha destrozado familias. Demeritar ello, es no querer ver el dolor y la aflicción que ésto genera.
Seamos de visión amplia y que los afectados nos valgan por lo que son: seres humanos, hermanos en Dios, sin importar raza, sexo, religión, nacionalidad.
Allí la mezquindad morirá, como debe, y renacerá la lucha en un solo sentido: la protección integral de nosotros los seres humanos, promovida por y para todos.
Argenis Serrano - @Monedistech
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