En la mayoría de las ocasiones,
casi que rayando con lo absoluto, se habla del traje de novia como el elemento
clave ante una boda eclesiástica, ya sea de la religión cristiana, evangélica,
mormona o demás, sin menospreciar a ninguna, debemos acotar.
Y es que la novia es el
significado mayor en un matrimonio, es la que más lo sueña, la que acepta la
proposición, la que organiza y la que de seguro va a ser la líder y cuidadora
de la pareja y de la familia que querrán o podrían formar, según su pensar y sentir,
además de sus destinos escritos con líneas celestiales.
Pero estemos claros que el
novio también es parte de este día. También lo sueña, lo enfrenta con hidalguía,
lo propone al solicitar a su novia que entrelacen sus vidas, es también líder y
cuidador. Esa pareja pasa de ser dos personas distintas a dos que ven el
destino con unidad, sin perder libre albedrío.
Sépase bien que al novio también le anima el estar elegante el día de su boda, tanto la eclesiástica como la civil. Y los
que desean darle una muestra de que se esforzarán por su novia, cuidándose y
arreglándose para ellas, portando trajes a medida que les hacen resaltar su figura y su cuidado personal.
Los padrinos del novio
también se esmeran por ello, tanto por acompañar a su amigo en su gran día como
por algo que no es secreto para nadie: buscan en las bodas a una pareja que
esté en sintonía con las energías del momento y/o también para declararse a la
próxima en la lista de desposadas.
Este tipo de trajes posee
entre tantas ventajas que es el mismo usuario el que elige las telas, tanto en
texturas como en colores. Le sugiere al sastre los detalles que quiere destacar
y éste profesional les da vida con estilo y muchas veces con sorpresas que
maximizan el agrado de quien lo portará, así como de quienes lo verán (y
admirarán).
Estos trajes luego se
pueden adaptar a algunas “subiditas” o “bajaditas” de peso involuntarias, adquiriendo nuevos para futuras celebraciones juntos. Cosas
que entre parejas suceden y que son parte del amor. Y en nombre del amor,
seguramente siempre se verán con los mismos ojos de adoración y agrado cuando
porten trajes que fueron pensados para demostrar el porte y la clase del hombre
y el amor y elegancia que éste quiere ofrecerle a su dama, de por vida.
La elegancia es de todos
aquellos que la portan con hidalguía y humildad, la misma no discrimina y
permite que cada día sean más, por un mundo más galante, formal y educado. Un buen
traje es gran inicio.
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