De todas las advocaciones a la Virgen María, para mí la más significativa radica en México.
La Virgen de Guadalupe, aparecida a San Juan Diego, evoca el amor de un pueblo por su patrona, sus costumbres, sus leyes y una herencia por la alegría y la camaradería en buen son.
Al menos, eso percibimos quienes no hemos ido a esa tierra bendecida que es México. Bien que lo han sabido reflejar a través del respeto a sus artistas, cantantes, escritores, filósofos y muy especialmente entre sí como buenos hijos de Dios y por un amor innegable a “su virgencita”.
Recuerdo una escena de Mario Moreno “Cantinflas” en la película “El Padrecito” en la que decía “Sí la Virgen es nuestra Madre que nos quiere y ama, jamás entenderé y aceptaré a esas personas que le llegan en penitencia arrodillados y sangrando” “una madre jamás querría ver a un hijo lastimado”. Palabras más, palabras menos.
¡Qué gran razón poseía Cantinflas! Es absurdo pensar que el inmolarse o hacerse daño es cumplir un designio divino o el pago justo por un favor solicitado.
En primaria se me contó una fabula venezolana llamada “El Pollito de la Santísima Trinidad”, donde una mujer pedía a Jesús y a la Virgen que le cumplieran un petitorio y ella les daría de comer un pollo de su corral. La mujer preparó el pollo y en par de ocasiones llegaron 2 limosneros -hombre y mujer- solicitando algo de comer. La mujer los corrió a escobazos porque ese pollo era para Jesús y su Madre.
Al ver la mujer que no recibía lo pedido y sus invitados no aparecían, murió de tristeza. Al estar en el cielo le preguntó a Jesús y a la Virgen por qué no había aparecido. Ellos le respondieron que fueron 2 veces, vestidos de limosneros y en vez de ayuda, recibieron escobazos.
Amigas, amigos ¿qué nos queda por hacer? ¡Ayudar! Eso es lo que quiere nuestra Virgen Madre. Así es el pueblo mexicano, animosos, vivo pero a su vez respetuoso.
Los venezolanos poseemos advocaciones a la Virgen a las cuales les manifiestan símil devoción. Ese impulso no se puede perder; que las generaciones sepan que de Dios y la Virgen no debemos esperar milagros fabulosos.
Lo fabuloso es que siempre estemos en su gracia, de la mejor manera posible: Amando y respetando la vida, propia y ajena, tal cual ellos nos enseñaron.
Felicidades otra vez, pueblo hermano de México. Saludos desde Venezuela, patria querida, protegida por la Virgen de Coromoto.
Lcdo. Argenis Serrano
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