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viernes

Oración a la Virgen de Guadalupe (Festividad 12 de Diciembre)

Primera Oración a la Virgen de Guadalupe

¡Oh Virgen Inmaculada, Madre del verdadero Dios y Madre de la Iglesia! Tú, que desde este lugar manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración que con filial confianza te dirigimos y preséntala ante tu Hijo Jesús, único redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio escondido y silencioso, a ti, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos en este día todos nuestro ser y todo nuestro amor. Te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores.

Da la paz, la justicia y la prosperidad a nuestros pueblos; ya que todo lo que tenemos y somos lo ponemos bajo tu cuidado, Señora y madre nuestra.

Queremos ser totalmente tuyos y recorrer contigo el camino de una plena fidelidad a Jesucristo en su Iglesia: no nos sueltes de tu mano amorosa.

Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas, te pedimos por todos los obispos, para que conduzcan a los fieles por senderos de intensa vida cristiana, de amor y de humilde servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede para que el Señor infunda hambre de santidad en todo el Pueblo de Dios, y otorga abundantes vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe, y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

virgen de guadalupe


Segunda Oración a la Virgen de Guadalupe

Dios de poder y de misericordia, bendijiste las Américas en el Tepeyac con la presencia de la Virgen María de Guadalupe. Que su intercesión ayude a todos, hombres y mujeres, a aceptarse entre sí como hermanos y hermanas.

Por tu justicia, presente en nuestros corazones, reine la paz en el mundo. Te lo pedimos por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Tercera Oración a la Virgen de Guadalupe

Santa María de Guadalupe, Mística Rosa, intercede por la Iglesia, protege al Soberano Pontífice, oye a todos los que te invocan en sus necesidades. Así como pudiste aparecer en el Tepeyac y decirnos: "Soy la siempre Virgen María, Madre del verdadero Dios", alcánzanos de tu Divino Hijo la conservación de la Fe. Tú eres nuestra dulce esperanza en las amarguras de esta vida. Danos un amor ardiente y la gracia de la perseverancia final. Amén.

Cuarta Oración a la Virgen de Guadalupe

Virgen Santísima de Guadalupe, Madre de Dios, Señora y Madre nuestra. Venos aquí postrados ante tu santa imagen, que nos dejaste estampada en la tilma de Juan Diego, como prenda de amor, bondad y misericordia. Aún siguen resonando las palabras que dijiste a Juan con inefable ternura: "Hijo mío queridísimo, Juan a quien amo como a un pequeñito y delicado," cuando radiante de hermosura te presentaste ante su vista en el cerro del Tepeyac.

Haz que merezcamos oír en el fondo del alma esas mismas palabras. Sí, eres nuestra Madre; la Madre de Dios es nuestra Madre, la más tierna, la más compasiva. Y para ser nuestra Madre y cobijarnos bajo el manto de tu protección te quedaste en tu imagen de Guadalupe.

Virgen Santísima de Guadalupe, muestra que eres nuestra Madre.

Defiéndenos en las tentaciones, consuélanos en las tristezas, y ayúdanos en todas nuestras necesidades. En los peligros, en las enfermedades, en las persecuciones, en las amarguras, en los abandonos, en la hora de nuestra muerte, míranos con ojos compasivos y no te separes jamás de nosotros.

Quinta Oración a la Virgen de Guadalupe

Virgen de Guadalupe, Madre de América. Tiende tu protección sobre todas las naciones del Continente y renueva su fidelidad a Cristo y a la Iglesia. Suscita propósitos de equidad y rectitud en sus gobernantes. Protege a los hermanos de Juan Diego para que no sufran discriminación. Cuida a los niños. Guarda la unidad de las familias… Que desde esta tu Imagen manifiestes siempre tu clemencia, tu compasión y tu amparo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Sexta Oración a la Virgen de Guadalupe

Virgen Santísima de Guadalupe, Madre y Reina de nuestra patria. Aquí nos tienes humildemente postrados ante tu prodigiosa imagen. En Ti ponemos toda nuestra esperanza. Tú eres nuestra vida y consuelo. Estando bajo tu sombra protectora, y en tu maternal regazo, nada podremos temer. Ayúdanos en nuestra peregrinación terrena e intercede por nosotros ante tu Divino Hijo en el momento de la muerte, para que alcancemos la eterna salvación del alma. Amén.


lunes

Virgen de la Guadalupe. Nuestro saludo a México

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De todas las advocaciones a la Virgen María, para mí la más significativa radica en México.

La Virgen de Guadalupe, aparecida a San Juan Diego, evoca el amor de un pueblo por su patrona, sus costumbres, sus leyes y una herencia por la alegría y la camaradería en buen son.

Al menos, eso percibimos quienes no hemos ido a esa tierra bendecida que es México. Bien que lo han sabido reflejar a través del respeto a sus artistas, cantantes, escritores, filósofos y muy especialmente entre sí como buenos hijos de Dios y por un amor innegable a “su virgencita”.

Recuerdo una escena de Mario Moreno “Cantinflas” en la película “El Padrecito” en la que decía “Sí la Virgen es nuestra Madre que nos quiere y ama, jamás entenderé y aceptaré a esas personas que le llegan en penitencia arrodillados y sangrando” “una madre jamás querría ver a un hijo lastimado”. Palabras más, palabras menos.

¡Qué gran razón poseía Cantinflas! Es absurdo pensar que el inmolarse o hacerse daño es cumplir un designio divino o el pago justo por un favor solicitado.

En primaria se me contó una fabula venezolana llamada “El Pollito de la Santísima Trinidad”, donde una mujer pedía a Jesús y a la Virgen que le cumplieran un petitorio y ella les daría de comer un pollo de su corral. La mujer preparó el pollo y en par de ocasiones llegaron 2 limosneros -hombre y mujer- solicitando algo de comer. La mujer los corrió a escobazos porque ese pollo era para Jesús y su Madre.

Al ver la mujer que no recibía lo pedido y sus invitados no aparecían, murió de tristeza. Al estar en el cielo le preguntó a Jesús y a la Virgen por qué no había aparecido. Ellos le respondieron que fueron 2 veces, vestidos de limosneros y en vez de ayuda, recibieron escobazos.

Amigas, amigos ¿qué nos queda por hacer? ¡Ayudar! Eso es lo que quiere nuestra Virgen Madre. Así es el pueblo mexicano, animosos, vivo pero a su vez respetuoso.

Los venezolanos poseemos advocaciones a la Virgen a las cuales les manifiestan símil devoción. Ese impulso no se puede perder; que las generaciones sepan que de Dios y la Virgen no debemos esperar milagros fabulosos.

Lo fabuloso es que siempre estemos en su gracia, de la mejor manera posible: Amando y respetando la vida, propia y ajena, tal cual ellos nos enseñaron.

Felicidades otra vez, pueblo hermano de México. Saludos desde Venezuela, patria querida, protegida por la Virgen de Coromoto.

Lcdo. Argenis Serrano

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