domingo

Publicidad, Marketing y RR.PP para la Fe


Es momento de hacer marketing en las religiones, más que para captar una grey, para mostrar que el amor a Dios es un flujo inamovible en crecimiento que se propaga en cada persona. Y a diferencia de las bases del mercadeo, donde se influye o impone en las personas una tendencias, éste mercadeo no es más que la demostración de verdades humanas, entre fallas y aciertos, de la aplicación a las leyes de Dios, que sí son perfectas, más nosotros las dañamos con omisiones, acciones voluntarias o involuntarias o el ya muy pernicioso, “no vale, yo no creo”, sumado al “bueno, a ese le va mal porque es malo, a mí no me debe ir así porque soy bueno”, aduciendo una el ser infalible o supra-humanidad que tarde o temprano le traerá consecuencias desastrosas a su estado de ánimo y peor, a su fe.

Utilizando un refrán popular, “arrieros somos y en el camino andamos”.

Otro factor a hacer relevante es el hacer de la comunicación más eficaz, bidireccional, que no se vea censurado por lo que a las iglesias/religiones afecte, que sepa relacionarse con el público y llevar mensajes más positivos, de recomposición, tolerancia, reorientación sin perder los valores que les caracterizan, acercar a los que son iconoclastas a creer en algo más de lo que ven o suponen o formulan con ciencia, sobre la vida.

La publicidad no debería ser un pecado en las religiones; baja los costes, permite conocerse entre creyentes, cumplen con su responsabilidad social y colaboran de manera directa e indirecta en bienestar social, canalizado por las mismas iglesias. Obviamente debe haber parámetros, pero ya basta de ser tan motolitos, cada país es otro y se ve afectado económicamente, ¡hay que hacer de tripas corazón, sin perder el rumbo, la clase, la compostura!

No con esto queremos hacer un circo de “mea culpa” que se expían con un donativo económico, no. La publicidad y el mercadeo, con las relaciones públicas, deben guiar a la población a ser copartícipes de los cambios, a tener mayor sentido de ayuda y no con ello mostrarse como los mejores colaboradores, con selfies, cenas de agradecimiento o letreros conmemorativos de su cooperación. Eso sería quitarle el corazón y el sentido a los preceptos religiosos que van con el fin de servir a Dios, no a agradar a Dios con materialismo o banalidades que más bien lo disgustan porque ustedes mismos, se van apartando de Él.

Dios concede la capacidad de reescribir sus destinos y aporta a cada quien una historia de vida, misma que vamos hilvanando con nuestro Libre Albedrío, las oportunidades que Él entrelaza y el provecho que podemos sacar de ellas; ese es nuestro trabajo a diario, demostrar que nuestro paso por la vid, es tan valioso como creemos y más.

De esos dones, nacen las profesiones y las mismas, al ser legados de Dios, ¿por qué no usarlas con propiedad, sin ser inescrupulosos, sin más ánimo que aportar de manera organizada y –por qué no- de esas experiencias contagiarnos para hacerlo individualmente, sí es que acaso no quieres involucrarte a la iglesia de tu comunidad.

Por lo tanto, hacer publicidad, mercadeo y relaciones públicas a favor de las religiones, nos ayudan a poner (no imponer) en la palestra los preceptos de Dios a las nuevas generaciones, acabar con el falso anacronismo o tedio al que le aducen, deslastrarse de los malos que en ellas han cohabitado engañando, por ser lugares llenos de humanos que erran, como en cualquier profesión.

Es hora no de vender ni de mostrar ni de presentar a Dios porque Él está por encima de todo y en nuestros corazones dicta sus amores y leyes de convivencia, como siento yo en éste momento que hace, es hora de vender, mostrar y presentar a un nuevo orden de personas en el mundo que profesan su fe, se unen, muestran sus virtudes, pensamientos y acciones no para competir, sino para ser competentes en pro de todos.

Es hora de que la Fe en el amor tenga el poder del planeta y se demuestre en cada una de nuestras acciones, palabras y deseos; y les recuerdo, Dios es Amor.

Lcdo. Argenis Serrano - @Romantistech

lunes

Carta del Papa Francisco al pueblo de Dios con motivo de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes, develados en Pensilvania

Este es el texto completo de la Carta que el Papa Francisco dirige a los católicos del mundo tras el informe de Pensilvania que detalla abusos cometidos por sacerdotes en los últimos 70 años.
Carta del Santo Padre Francisco al Pueblo de Dios
«Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26). Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad.
1.- Si un miembro sufre
En los últimos días se dio a conocer un informe donde se detalla lo vivido por al menos mil sobrevivientes, víctimas del abuso sexual, de poder y de conciencia en manos de sacerdotes durante aproximadamente setenta años. Si bien se pueda decir que la mayoría de los casos corresponden al pasado, sin embargo, con el correr del tiempo hemos conocido el dolor de muchas de las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades, así como a unir esfuerzos para erradicar esta cultura de muerte; las heridas “nunca prescriben”. El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado. Pero su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad. Clamor que el Señor escuchó demostrándonos, una vez más, de qué parte quiere estar. El cántico de María no se equivoca y sigue susurrándose a lo largo de la historia porque el Señor se acuerda de la promesa que hizo a nuestros padres: «Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos» (Lc 1,51-53), y sentimos vergüenza cuando constatamos que nuestro estilo de vida ha desmentido y desmiente lo que recitamos con nuestra voz.
Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños. Hago mías las palabras del entonces cardenal Ratzinger cuando, en el Via Crucis escrito para el Viernes Santo del 2005, se unió al grito de dolor de tantas víctimas y, clamando, decía: «¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! [...] La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos (cf. Mt 8,25)» (Novena Estación).
2.- Todos sufren con él
La magnitud y gravedad de los acontecimientos exige asumir este hecho de manera global y comunitaria. Si bien es importante y necesario en todo camino de conversión tomar conocimiento de lo sucedido, esto en sí mismo no basta. Hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura, en un ámbito donde los conflictos, las tensiones y especialmente las víctimas de todo tipo de abuso puedan encontrar una mano tendida que las proteja y rescate de su dolor (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228). Tal solidaridad nos exige, a su vez, denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona. Solidaridad que reclama luchar contra todo tipo de corrupción, especialmente la espiritual, «porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que “el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Co 11,14)”» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 165). La llamada de san Pablo a sufrir con el que sufre es el mejor antídoto contra cualquier intento de seguir reproduciendo entre nosotros las palabras de Caín: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9).2. Todos sufren con él
Soy consciente del esfuerzo y del trabajo que se realiza en distintas partes del mundo para garantizar y generar las mediaciones necesarias que den seguridad y protejan la integridad de niños y de adultos en estado de vulnerabilidad, así como de la implementación de la “tolerancia cero” y de los modos de rendir cuentas por parte de todos aquellos que realicen o encubran estos delitos. Nos hemos demorado en aplicar estas acciones y sanciones tan necesarias, pero confío en que ayudarán a garantizar una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro.
Conjuntamente con esos esfuerzos, es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos. Tal transformación exige la conversión personal y comunitaria, y nos lleva a mirar en la misma dirección que el Señor mira. Así le gustaba decir a san Juan Pablo II: «Si verdaderamente hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse» (Carta ap. Novo millennio ineunte, 49). Aprender a mirar donde el Señor mira, a estar donde el Señor quiere que estemos, a convertir el corazón ante su presencia. Para esto ayudará la oración y la penitencia. Invito a todo el santo Pueblo fiel de Dios al ejercicio penitencial de la oración y el ayuno siguiendo el mandato del Señor,[1] que despierte nuestra conciencia, nuestra solidaridad y compromiso con una cultura del cuidado y el “nunca más” a todo tipo y forma de abuso.
Es imposible imaginar una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios. Es más, cada vez que hemos intentado suplantar, acallar, ignorar, reducir a pequeñas élites al Pueblo de Dios construimos comunidades, planes, acentuaciones teológicas, espiritualidades y estructuras sin raíces, sin memoria, sin rostro, sin cuerpo, en definitiva, sin vida[2]. Esto se manifiesta con claridad en una manera anómala de entender la autoridad en la Iglesia —tan común en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia— como es el clericalismo, esa actitud que «no solo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente».[3] El clericalismo, favorecido sea por los propios sacerdotes como por los laicos, genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos. Decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo.
Siempre es bueno recordar que el Señor, «en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 6). Por tanto, la única manera que tenemos para responder a este mal que viene cobrando tantas vidas es vivirlo como una tarea que nos involucra y compete a todos como Pueblo de Dios. Esta conciencia de sentirnos parte de un pueblo y de una historia común hará posible que reconozcamos nuestros pecados y errores del pasado con una apertura penitencial capaz de dejarse renovar desde dentro. Todo lo que se realice para erradicar la cultura del abuso de nuestras comunidades, sin una participación activa de todos los miembros de la Iglesia, no logrará generar las dinámicas necesarias para una sana y realista transformación. La dimensión penitencial de ayuno y oración nos ayudará como Pueblo de Dios a ponernos delante del Señor y de nuestros hermanos heridos, como pecadores que imploran el perdón y la gracia de la vergüenza y la conversión, y así elaborar acciones que generen dinamismos en sintonía con el Evangelio. Porque «cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 11).
Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos. La conciencia de pecado nos ayuda a reconocer los errores, los delitos y las heridas generadas en el pasado y nos permite abrirnos y comprometernos más con el presente en un camino de renovada conversión.
Asimismo, la penitencia y la oración nos ayudará a sensibilizar nuestros ojos y nuestro corazón ante el sufrimiento ajeno y a vencer el afán de dominio y posesión que muchas veces se vuelve raíz de estos males. Que el ayuno y la oración despierten nuestros oídos ante el dolor silenciado en niños, jóvenes y minusválidos. Ayuno que nos dé hambre y sed de justicia e impulse a caminar en la verdad apoyando todas las mediaciones judiciales que sean necesarias. Un ayuno que nos sacuda y nos lleve a comprometernos desde la verdad y la caridad con todos los hombres de buena voluntad y con la sociedad en general para luchar contra cualquier tipo de abuso sexual, de poder y de conciencia.
De esta forma podremos transparentar la vocación a la que hemos sido llamados de ser «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 1).

Que el Espíritu Santo nos dé la gracia de la conversión y la unción interior para poder expresar, ante estos crímenes de abuso, nuestra compunción y nuestra decisión de luchar con valentía.«Si un miembro sufre, todos sufren con él», nos decía san Pablo. Por medio de la actitud orante y penitencial podremos entrar en sintonía personal y comunitaria con esta exhortación para que crezca entre nosotros el don de la compasión, de la justicia, de la prevención y reparación. María supo estar al pie de la cruz de su Hijo. No lo hizo de cualquier manera, sino que estuvo firmemente de pie y a su lado. Con esta postura manifiesta su modo de estar en la vida. Cuando experimentamos la desolación que nos produce estas llagas eclesiales, con María nos hará bien «instar más en la oración» (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 319), buscando crecer más en amor y fidelidad a la Iglesia. Ella, la primera discípula, nos enseña a todos los discípulos cómo hemos de detenernos ante el sufrimiento del inocente, sin evasiones ni pusilanimidad. Mirar a María es aprender a descubrir dónde y cómo tiene que estar el discípulo de Cristo.
Vaticano, 20 de agosto de 2018
Francisco
[1] «Esta clase de demonios solo se expulsa con la oración y el ayuno» (Mt 17,21).
[2] Cf. Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile (31 mayo 2018).
[3] Carta al Cardenal Marc Ouellet, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (19 marzo 2016).
Fuente: Correo Vaticano

domingo

Virgen del Pozo: Patrona de quienes sufren de Depresión


En un mundo donde más y más gente cae en el pozo de la depresión, esta advocación Mariana viene a oficiar como bastón y ayuda de quienes desean encontrar en el amor a Dios el camino de salida de la tristeza extrema. Un mal moderno por definición, la depresión nos invade poniendo un vacío que nos distancia de la esperanza y la alegría de ser hijos de Dios.

Puede ser clasificada claramente como un desierto espiritual, que el hombre debe aprender a sobrellevar como una cruz que Jesús nos invita a compartir con Él. Vista de este modo, la tristeza o depresión adquieren un valor espiritual inmenso, porque nos unen con la angustia que el Señor sufrió en el Getsemaní, la noche en que iba a ser traicionado y entregado. Jesús vera con agrado nuestra ofrenda, y nos sacara a la luz de la esperanza cuando nuestra alma esté lista para recibir Su Gracia.

De este modo, La Madonna del Pozzo es la perfecta intercesora con aquel que todo amor nos espera con los Brazos abiertos para ser nuestro motivo de alegría y esperanza, fe y amor. María es, una vez más, el camino más corto y simple para reencontrarnos con Jesús.

La Madonna del Pozzo
El origen de la devoción a la Advocación Mariana de La Madonna del Pozzo se remonta al siglo XIII, en la Roma de la edad media. La tradición indica que alguien arrojo, voluntariamente, una imagen de María realizada sobre una pieza de piedra dentro de un pozo cisterna o pozo de agua. El profundo hoyo se encontraba ubicado en el establo de la residencia de un Cardenal en las inmediaciones de Roma.

En la noche entre el 26 y el 27 de septiembre del año 1256 se produce el prodigioso hecho de que el agua empieza a brotar con tal fuerza desde el pozo, que eleva a la superficie la imagen de la Virgen retratada en piedra. Los testigos advirtieron no solo el fluir violento del agua sino de modo mucho más resaltable, que se elevaba a la superficie la piedra con la imagen de la Virgen. El hecho fue inmediatamente reconocido como un milagro, al punto que el propio Pontífice realizó una procesión hasta el lugar de los hechos. Desde entonces esta advocación de María es conocida como la Señora del Pozo o la Madonna del Pozzo.

(Aclaratoria: esta es una antigua y hermosa devoción originada en Roma y nada tiene que ver con un falso caso originado en Puerto Rico).

Oración
Madonna del Pozzo, luz de luz, alegría de alegría esperanza de los tristes, amor de los afligidos, consuelo de los pobres de espíritu, linterna que alumbra las noches de oscuridad.

Danos tu luz, omnipotencia suplicante, elévanos en la oración, sujetos a tu calcañal, humildes en la espera, firmes en la confianza, entregados a tu Maternidad Divina.

Tú, Señora de la Alta Gracia llévanos a tu Hijo, Jesús ábrenos al Divino Espíritu de Amor, enséñanos a conocer el Amor del Padre.

Que tu luz sea nuestra luz. Que tu amor sea nuestro amor. Que tu esperanza sea nuestra esperanza. Que tu fe sea nuestra fe.

Madonna del Pozzo, serena nuestros corazones para que unidos a tu Inmaculado Corazón y con la alegría de ser tu fiel reflejo, seamos capaces de unirnos a tu santa corredención.

Para quienes visitan Roma, los datos para visitar a Nuestra Madonna del Pozzo son los siguientes:

Comunidad de los Siervos de María
Convento Santa María in Vía. Vía del Mortaro, 24
00187 ROMA RM Italia
Tel. (+39) 06. 697 6741 – 2 – 3
Fax (+39) 06. 697 674 34

Feng Shui en un Nuevo Hogar


Aunque sea una ciencia discutible y jamás debe suplir a la razón y el corazón, las bases del Feng Shui ayudan a depurar de tantas cargas exageradas y negativas que arrastran pasado o restan utilidad a las cosas y deriva en el ánimo de las personas. El siguiente artículo es para mostrar la buena comunión que existe entre ser un analista y un creyente que sepa aplicar. El cristiano es un ciudadano del mundo y la modernidad, mientras sea para bien y sepa y aplique el que de Dios, deriva todo.

La mudanza puede generar un cambio en tú energía y en la que te rodea. Por lo tanto es importante y recomendable hacer una limpieza Feng Shui para no llevar las malas energías al nuevo hogar. 

feng shui


Nota informativa: el Feng Shui significa viento y agua, es la ciencia del flujo de la energía vital, ”Chi” en la tierra y el paisaje. Se fundamenta sobre principios de la metafísica china: el Ba Gua, los Cinco Elementos y el concepto de energía.

Los consejos para una mudanza con Feng Shui son sencillos, pero debes seguirlos con atención debido a que los cambios en estas ocasiones son muy significativos. Pueden parecer complejos, no obstante, no se tiene que ser un experto. 

La manera más occidental de aplicar el Feng – Shui es tener un punto cardinal desde donde ver a toda la casa. Un sitio desde el cual tener relajación y a su vez aprovechar las energías del entorno en pro de que tal armonía prosiga, hecho netamente por usted. Un consejo muy de nuestro sentir es este, por su practicidad: comprar sillón relax barato, buscar el punto céntrico y ver hacia el polo norte magnético y así comenzar el nuevo orden energético del hogar, según las premisas del Feng Shui.

1. Adiós a las cosas que ya no necesitas

Lo primero que debes hacer es sacar las cosas que ya no utilices. Esta es la parte más difícil. Son esas cosas que sigues manteniendo, que no vas a necesitar más pero que sigues teniendo “apego” por ellas.

Todo lo que no has utilizado en el último año es algo que “no necesitas”. Pensar en el “por si acaso” es algo que hemos heredado de nuestros padres y abuelos. Y solo nos deja anclados en la situación actual y no nos permite avanzar. 

Si quieres que tu nueva casa o habitación te aporte energías renovadas. Que te permita avanzar en tu vida. Sin ese peso muerto que lo único que te aportará son bloqueos en alguna área de tu vida. Te aconsejo que te deshagas de esas cosas antes de tu mudanza. Si has coleccionado cosas, plantéate la posibilidad de quedarte con una pequeña representación o hacerle una fotografía y enmarcarla en tu nueva casa.


2. Realizar la mudanza en el momento indicado

Los conocedores del Feng Shui resaltan la importancia de elegir cuando llevar a cabo la mudanza. Por lo tanto lo más apropiado es elegir una fecha y hora que respete el calendario chino. Así, las fechas de nacimiento de los miembros de la familia que habitará el nuevo hogar se tienen que calcular para encontrar su correspondencia en ese calendario. Para esta tarea, lo más recomendable es consultar con experto del feng shui.  

3. Empaqueta y ordena

Una vez que hayas pasado el filtro anterior, será mucho más fácil empaquetar tus cosas.


Utiliza papel protector para las cosas delicadas, cajas de cartón, etc. Coloca las cosas de forma ordenada en cajas. Te recomiendo poner etiquetas en las cajas y hacer una pequeña lista del contenido de cada caja. Esto te facilitara la búsqueda de tus artículos a la hora de acomodar. 

4. Ordena tu nueva casa 

El orden en el nuevo hogar es uno de los elementos principales para una mudanza exitosa regida por el feng shui. Cuando llega el momento de acomodar, todo puede parecer un desastre, pero poco a poco le vas dando orden al nuevo hogar y empieza a llegar la armonía de nuevo.


Según expertos del Feng Shui expresan que, la limpieza no sólo se debe hacer en el nuevo inmueble, sino también en el antiguo. Esto para que la huella de la vida de las personas que ocuparon la propiedad sea eliminada y que no se quede ninguna energía que te pertenece a ti y a tu familia.

 

Asimismo, conjuntamente con la limpieza material, se hace la limpieza espiritual quemando un poco de incienso.

viernes

Plantas y Flores para la Suerte y el Dinero

Flores y Plantas Buenas para la Casa y Oficina. Flores y Plantas que Atraen la Buena Suerte, Prosperidad y Salud. Todas las plantas tienen la facultad de dar frescura a cualquier lugar, lo hacen más bonito y emotivo, además, hay algunas que suman buena fortuna que genera mayor paz y armonía. He aquí parte de lo que las creencias y vivencias populares mundiales han recopilado.

Bambú: se le adjudican infinidad de virtudes, entre ellas que trae buena salud, riqueza, felicidad y amor.


Bonsái: estos pequeños árboles son objeto de culto y simbolizan la eternidad.

Crisantemos: atrae la buena suerte y aumentan las cosas buenas.

Geranio y Jazmín: son flores protectoras que atraen la buena fortuna y la fama. Son muy utilizadas en el Feng Shui.

Hierbabuena: aleja las energías negativas y la envidia de otras personas.

Jade: se utiliza mayormente para concluir satisfactoriamente asuntos relacionados con el dinero y las finanzas.

Lirios: los lirios mezclados con flores de loto atraen la buena suerte y pureza en un jardín.

Mirto: esta plata llena de paz el hogar y la oficina.

Pachira Acuática: el árbol del dinero trenzado es ideal para atraer más riqueza.

Peonía: son flores que dan larga vida, mucha buena suerte, unen parejas y consolidan romances duraderos, también simbolizan las riquezas e incluso el honor.

Romero: esta planta es conocida por atraer amores sinceros y la felicidad.

Sábila: es una de las más fuertes para combatir las energías negativas y las envidias. También atrae la prosperidad y las buenas energías en cualquier lugar del hogar donde se coloque.

Tomillo: utilizada para limpiar los espacios de las energías negativas, evita las pesadillas y promueve la autoestima.


Algunos creen en la suerte y otros no, lo importante es la actitud que se tenga ante la vida, y las ganas de ser feliz, saludable y próspero.

Entradas populares