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domingo

Oración por la Salud a San Cosme y San Damián

 



Santos y admirados mártires Cosme y Damián, llenos de admirables glorias y favores de la Misericordia Divina, yo les adoro en vuestras felicidades en las que deseo verles por toda la eternidad, coronados de gloria y continua alabanza del Señor que les honró con tanta prerrogativa gracias a ese fin; les suplico sean poderosos intercesores con la Majestad Divina presentando mis ruegos unidos con vuestros merecimientos y en particular los de esta oración que he hecho para que el Señor me conceda todo alivio en las necesidades espirituales y temporales y cumplido remedio en lo que padezco. Amén

Anfitriona a los Santos

Alégrense en los cielos las almas de los justos y en particular las de los santos mártires Cosme y Damián, que siguieron las pisadas de Cristo y derramaron su sangre por amor y por esta causa consiguen gozo perdurable sin fin. Rueguen por nosotros santos mártires Cosme y Damián para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Se reza un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.

Oración por la Salud a San Ciro

 



Milagroso médico, prodigioso Anacoreta y gloriosísimo mártir San Ciro, pues acciones tan gloriosas dan eficacia a tu protección y patrocinio; que ninguno ha ocurrido con confianza a tu amparo sin que experimente el feliz logro de sus peticiones: alcánzame, Santo mío, pues con confianza recurro a tus aras, una ardiente y fina caridad para con Dios y que una fervorosa devoción a ti mismo para que imitando tus excelentes virtudes merezca tu intercesión y amparo, conseguir la perfección que me eleve a las moradas eternas de la gloria para dar en tu compañía repetidas gracias a la Augustísima Trinidad por los dones con que liberalmente enriqueció tu celestial espíritu. Amén

Se rezan tres Padrenuestro y tres Ave María con Gloria Patri en reverencia de los tres atributos: médico, anacoreta y mártir, que Dios nuestro Señor concedió a San Ciro y se termina con una Salve a Nuestra Señora la Virgen María.

Oración por la Salud a San Caralampio


 

Dios, Señor Omnipotente, en cuyas manos están la vida y salud de todos los seres vivos, por los méritos e intercesión de vuestro siervo el bienaventurado San Caralampio, presbítero y mártir a quien concediste en premio de su heroica fe y constancia de defender tu santo nombre, que donde estuviesen sus reliquias o se celebrase su memoria no habría hambre, ni peste ni aire alguno contagioso.

Te suplicamos humildemente que venerando la memoria de su martirio y admirables virtudes acá en la Tierra, merezcamos vernos libres de toda infección de alma y cuerpo y después gozaros en el cielo en su compañía por los méritos de Jesucristo Señor nuestro, hijo tuyo, que vive y reina contigo juntamente con el Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

V: Ruega por nosotros San Caralampio.

R: Para que seamos dignos de las promesas que te hizo nuestro Señor Jesucristo.

Oración al Dulce Nombre de María

(San Alfonso María Ligorio)

¡Madre de Dios y Madre mía, María!

Yo no soy digno de pronunciar tu nombre; pero tú que deseas y quieres mi salvación, me has de otorgar, aunque mi lengua no es pura, que pueda llamar en mi socorro tu santo y poderoso nombre, que es ayuda en la vida y salvación al morir.

¡Dulce Madre, María!, haz que tu nombre, de hoy en adelante sea la respiración de mi vida.

No tardes, Señora, en auxiliarme cada vez que te llame. Pues en cada tentación que me combata, y en cualquier necesidad que experimente, quiero llamarte sin cesar; ¡María!

Así espero hacerlo en la vida, y así, sobre todo, en la última hora, para alabar, siempre en el cielo tu nombre amado: “¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!”

¡Qué aliento, dulzura y confianza, qué ternura siento con sólo nombrarte y pensar en ti!

Doy gracias a nuestro Señor y Dios, que nos ha dado para nuestro bien, este nombre tan dulce, tan amable y poderoso. Señora, no me contento con sólo pronunciar tu nombre; quiero que tu amor me recuerde que debo llamarte a cada instante; y que pueda exclamar con San Anselmo:

“¡Oh nombre de la Madre de Dios, tú eres el amor mío!”

Amada María y amado Jesús mío, que vivan siempre en mi corazón y en el de todos, vuestros nombres salvadores. Que se olvide mi mente de cualquier otro nombre, para acordarme sólo y siempre, de invocar vuestros nombres adorados. Jesús, Redentor mío, y Madre mía María, cuando llegue la hora de dejar esta vida, concédeme entonces la gracia de deciros:


“Os amo, Jesús y María; Jesús y María, os doy el corazón y el alma mía”.

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