Existen los semáforos inteligentes, pero los
choferes buscan cómo burlarlos en detrimento de peatones y otros choferes,
incluyendo en ambos grupos a los policías. Existe el enchufe inteligente y las personas prefieren hacer uniones o
empates con un “ladrón o benjamín” para conectar aparatos, sabiendo que ese
riesgo latente será pronto contraproducente. Tienen el don de la inteligencia,
pero la comodidad y la osadía, les es más atrayente.
Las
quejas contra el don de la inteligencia
Luego de romper las normas establecidas, que ni
siquiera son todas de la sociedad sino instrucciones de uso u órdenes legales
que nos permiten ser iguales ante la ley tanto en los deberes como en los
derechos, las personas reniegan de la inteligencia y comienzan los “hubiera” o
peor aún, críticas contra Dios por lo que sucedió, porque no les contuvo,
porque no les libró de todo mal como dice el Padre Nuestro.
Pero, ¿Quién puede asegurar que Dios mismo o a
través de los ángeles, la Virgen, los sanos o los seres de luz que están para
cuidarnos, no dieron las señales antes?; aunque existen líneas que se
concatenan en los millones de millones de libros de vida que han habitado la
Tierra, es absurdo creer que en la construcción del ser humano con sus
vivencias, no han existido personas, enseñanzas y ocasiones que le hayan hecho
aumentar su libre albedrío, uno de los derivados del don de la inteligencia.
Más, como es fácil acusar a otros y perder la fe y
llenarse de resentimiento, que hacer un mea culpa, mejorar y saber que estamos
siempre en el punto de balance de nuestra propia existencia, todo se manda al
caño de la vida con actitudes negativas, resentimientos y el propio abandono.
Ser
inteligentes
Se puede legar a ser listo en vez de inteligente;
esto implica picardía sin mala voluntad; atención y saber que toda acción genera una reacción; vamos cosechando lo que estamos sembrando;
que no todo sale tal cual deseamos, pero mientras existan resultados positivos,
nuestro plan de vida siempre tendrá ese toque de novedad e impulso que lleva a experimentar
nuevas emociones, mismas todas que ameritan discreción, razonamiento,
entendimiento pragmático de quiénes somos. En fin, lo que en administración se
le dice un FODA.
Dejar las cosas al azar o “a mí no me pasa nada
malo, eso no me debería ocurrir a mí”, es lo menos cercano al don de la
inteligencia y sí un revestimiento de beligerancia.
Si existe el enchufe inteligente, el semáforo
inteligente, el hogar inteligente, es gracias a que Dios brindó luces a las
personas para crear ello. Y a todas les dio luces para poder sacar sus vidas
adelantes.
El asunto está, ¿Las vas a apagar esperando milagros
como por arte de magia o serás capaz de construir tu destino en nombre de la Gloria de Dios? Todos tenemos nuestro
cupo para sacar sonrisas y ayudar vidas.
Las cosas que por ley ocurren, son insalvables; las
que no deberían ocurrir, provenientes de
quien usan el criterio y el don de la inteligencia para el personalismo que
termina dañando a otros, esas sí que no deberían ocurrir.
Lcdo.
Argenis Serrano