La
palabra chakra es de origen sanscrito y por lo tanto, el concepto sobre los chakras es antiquísimo, concepto
que no parece haber variado fundamentalmente de como fue en su origen.
Chakra significa
rueda, porque además de la apariencia, según el decir de los videntes, está
siempre en vibrante movimiento giratorio.
Ya en
la filosofía budista y en general orientalista a la palabra chakra se le da la
acepción de “rueda del destino” o “rueda de la vida”; y se le entiende
como la puesta en marcha de las ruedas
de la regia carroza del Reino de la Justicia. También como el giro de la rueda de la ley o lo que
más comúnmente se le conoce como KARMA.
Los chakras según las doctrinas antiguas
Los
chakras, que son siete con diámetro aproximado de cuatro a seis centímetros
cada uno, según doctrinas antiguas y en particular a moderna teosofía, son
semejantes a vórtices o depresiones, cada uno con su propia gama de colores,
pero en cada caso con uno de ellos dominante.
Son
imperceptibles para nuestros sentidos, pues son invisibles para la vista al ser
etéreos y radicar en el cuerpo entero como centros de fuerza, por los cuales
corre la energía que vitaliza tanto al cuerpo etéreo como al cuerpo físico.
Al
excitarse los chakras por las acciones, las emociones y los pensamientos,
aumentan sensiblemente de tamaño, de movimiento y de brillo. Así mismo, cada
uno de ellos tiene su propia longitud de onda de tipo eléctrico.
Dicen
que eso (los chakras) son los que la ciencia médica ha registrado con las
encefalografías, porque la onda que cada chakra emite es muy semejante al
movimiento de las ondas de radio.
Sus funciones
Según
las propias doctrinas orientalistas, los chakras parecen tener tres funciones
cada uno: función fisiológica, función
personal y función espiritual o extrasensorial. La imaginación, según todas
las probabilidades, corresponde a la función espiritual o extrasensorial.
De los
siete chakras, hay uno que regula
las funciones de los otros seis y por lo tanto, de todo el organismo físico. Se
llama chakra fundamental o chakra
coronario, mismo que como ya se dijo antes, parece estar muy ligado a la
glándula o cuerpo pineal.
Es de
esta hipótesis de donde partió la idea de algunos sabios de la antigüedad como
Galeno, primero, después Descartes, quienes opinaron que el alma radicaba precisamente
en esa glándula o lo que es lo mismo, que el alma tomaba contacto con el cuerpo
físico mediante la glándula pineal.
Este
punto de vista no fue original de Galeno ni Descartes; fue un postulado hinduista y budista ya muy conocido
antes de Buda.
Las manifestaciones de los chakras
Se
dice que los chakras se han manifestado a los videntes como luz en movimiento y
que cuanto mayor sea la actividad mental, mayor es la vibración del chakra y
mayor también la luminosidad, fenómeno especialmente notable en el chakra
coronario.
Respecto
a los videntes, se dice que lo son cuando sus respectivos chakras coronarios
están ampliamente desarrollados y en plena actividad, valga decir, que la glándula
pineal está plenamente activa y no en estado de atrofia.
El
brillo del chakra coronario dio origen a la aureola luminosa sobre la cabeza,
desde muchos siglos antes de Cristo,
de donde posteriormente pasó a los santos cristianos como un disco de luz.
Ha
sido así, porque desde un principio se ha aceptado el fenómeno como luminosidad
procedente del chakra coronario. Pero esa luminosidad depende completamente del
grado de actividad y progreso espiritual.
Este
fenómeno de la luz sobre la cabeza se ha usado mucho como símbolo de santidad y
de elevación espiritual, por lo menos desde los días de Buda, por ello en la
cabeza de las estatuas de Buda aparece una protuberancia, algo así como un pequeño
chongo en algunos casos y en otros como un resplandor, significando con ello el
brillo del chakra coronario.
Además,
significa también lo mismo que se ha querido simbolizar con el aura luminosa en
la cabeza de los santos, ergo, l santidad, la autorrealización, la
transmutación de lo material hacia lo espiritual, de lo terrenal a lo divino.
Es la luz que siendo propia es, sin embargo, de origen divino.
El chakra
frontal se representa también con una pequeña protuberancia sobre la frente.
Al
chakra coronario se le atribuye la facultad de ser un elemento receptor de las
ondas y vibraciones superiores divinas y al mismo tiempo un cetro luminoso,
radiador de luz y energía, fenómenos que naturalmente se encuentran ampliamente
desarrollados en personas místicas.
En
esos casos, el chakra coronario brilla con gran esplendor sobre toda la cabeza
a manera de corona.
Imitaciones hechas por los tiranos para la dominación
Curiosamente,
los déspotas, que siempre los ha habido, queriendo simbolizar que ellos también
poseen sabiduría y contacto con lo divino, inventaron la corona, naturalmente
material para que todo el mundo la pueda ver –y si es de oro, mejor- y para que
brille se le recarga de piedras preciosas.
Así,
lo que no tienen en sí mismos, lo simulan con objetos materiales, aunque con
ello en nada mejoren en lo personal y mucho menos en lo espiritual.
Para
los tiempos modernos, el uso del Photoshop y otros elementos para el diseño
gráfico, transforma las imágenes de políticos, influencer, deportistas,
millonarios y demás gente con poder mediático en supuestos santos utilizando
iluminaciones suaves en colores cálidos alrededor de la cabeza u otras formas
como alas e imágenes celestiales o mitológicas para simular a los chakras en su
función de elevar el cuerpo físico a lo más alto de lo espiritual.
Más el
proceso evolutivo humano ha tenido sus reveses con la atrofia del tercer ojo y los chakras, salvo
aquellas personas que han sido reales videntes no de lo que la gente quiera oír
o leer y menos de catástrofes, sino de las realidades que transforman al mundo
y que son a ellos advertidas a través de su glándula pineal, línea de contacto a lo verdaderamente
divino e importante.
Existen
mensajes de fe y realidad. Ponga la real atención, quite los ruidos y las
manipulaciones, no se diga lo que quiere porque es anárquico, dígase lo que
realmente ve. Eso le hará evolucionar sus chakras si es lo que desea. Lo que en
líneas generales conocemos como libre albedrío
y sentido común.