Hay religiones donde se enfurecen porque alguien se dirija a una imagen, sea retrato, escultura, etc., para hacer oraciones, conversaciones, peticiones y demás. Muchas no comprenden que nosotros los cristianos vemos a esa imagen y evocamos al ser real y no es la adoración de imágenes inventadas como la de los antiguos egipcios, recreados en la película "Los 10 Mandamientos", como el becerro de oro esculpido por Aarón.
Ahora me pregunto yo, ¿cómo no hacerlo sí el venerable es del siglo XX y si bien no existen muchas imágenes (fotografías) públicas de él, su rostro fue llevado al arte, muchos por amor y otros por negocio para los que sienten el amor y no son artistas en ello?
Pues ese es el caso del Dr. José Gregorio Hernández, al cual vemos con cara seria y melancólica, pero que llevó en vida y luego después de ella, millares de alegrías, todas asidas a uno de los bienes más valiosos en cada ser humano, la salud.
Yo me imagino al Dr. Hernández sonreír cuando hace uno de sus milagros; cuando Dios le permite interceder para mejorar un destino, mismo que cada uno de nosotros queriendo o no (las vicisitudes no controlables), muchas veces nos truncamos.
Ahora me pregunto yo, ¿cómo no hacerlo sí el venerable es del siglo XX y si bien no existen muchas imágenes (fotografías) públicas de él, su rostro fue llevado al arte, muchos por amor y otros por negocio para los que sienten el amor y no son artistas en ello?
Pues ese es el caso del Dr. José Gregorio Hernández, al cual vemos con cara seria y melancólica, pero que llevó en vida y luego después de ella, millares de alegrías, todas asidas a uno de los bienes más valiosos en cada ser humano, la salud.
Yo me imagino al Dr. Hernández sonreír cuando hace uno de sus milagros; cuando Dios le permite interceder para mejorar un destino, mismo que cada uno de nosotros queriendo o no (las vicisitudes no controlables), muchas veces nos truncamos.
De su intercesión ha de quedar el aprendizaje de querernos más; pero él tampoco ha de querer a que esperemos nos ocurra algo malo o a los nuestros para comenzar a valorarnos más, ese amor propio y al entorno, es ya mismo.
Él murió arrollado por un vehículo lentísimo por estar distraído o absorto en sus buenas acciones, por ende es lógico pensar que a él no le agradaría atender a quienes van absortos viendo un celular, escuchando música con audífonos, sin ver para los lados, abusando de su confianza o irrespetando leyes al cruzar una calle. Él quiere que te cuides, dale ese regalo.
Vestir de negro será sombrío; en él es una marca de elegancia. Vistió a cuadros como una especie de castigo; usó su bata con amor. La ropa significa mucho, sólo cuando la persona le da valor; el estar por encima de lo material es también salud.
Tengo esa imagen que ven ustedes en la foto en el altar de mi casa. Le doy los buenos días, le saludo al llegar, lo beso, le echo chistes respetuosos y le pido salud a los enfermos que conozco y no y que también bogue por las almas de los que por disposición de Dios se van de este mundo, para que tengan un lugar en el cielo; la gente buena y humilde merece el cielo y es un honor que personas como él les cuiden en la eternidad, donde no hay enfermedad, sino hermandad.
Recuerdo a Mariano Álvarez interpretar al doctor Hernández. Con garbo y temple, defendiendo a la medicina y país que tanto amó, contra un Gómez que no admitía rebelión y mens con tan buen fundamento.
Recuerdo a Flavio Caballero hacer un calmo y elegante doctor Hernández que realizaba milagros; y mucho más, cultivaba la caridad cristiana con su profesionalismo. Dar sin esperar recibir a cambio. Estar por encima del pecado y lo mundano.
Tal cual como me imagino al doctor en vida, "tener a Dios en la mirada".
Las lágrimas se me salen al escribir esto, pensando que sus últimas palabras fueron "Virgen Santísima", para luego fallecer y ser tan útil en la muerte como lo fue en vida, con sus respectivas diferencias. Cuentan que en su funeral la gente no sólo despedía al médico que tanto aportó a los pobres, al estudiantado venezolano y a la medicina en Venezuela, sino que velaron a un santo.
Tan santo y humilde es, que pasa agachado para su santificación; ha dado paso a miles de elevados a santos por la Iglesia Católica de su mismo nivel, ocupado quizás curando a un niño en Venezuela o en África. Porque su lugar de trabajo es el mundo.
Los santeros lo usan con abuso; la corte médica de los espiritistas le invoca por la salud y él envía a los demás médicos a ser útiles. La diferencia, aunque me critiquen, radica en buscar el bien, sin hacer mal.
156 años se dicen fáciles pero no lo son, para saludar al médico de nuestros corazones; la imagen tranquila y llena de búsqueda de la paz que otorga la salud, no sólo la física, la del alma; por la que debemos orar para ser más efectivos en la lucha contra quienes envenenan corazones con sus acciones. Cuidarse la salud integral y velar por la de los demás, permitirán al doctor José Gregorio Hernández, descansar en paz y quizás retirarse al lugar de la música celestial y tocar allí a su adorado violín.
Mi corazón con usted, Dr. Hernández.
Aprendamos de sus valores, disciplina, ética, moral, cívica, dedicación, filantropía, misantropía, antimaterialismo y fe. Eso curará a Venezuela de su cáncer llamado, "descomposición social".
Argenis Reinaldo Garnica Serrano.
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