Todos hemos comprendido que La Biblia es un libro de libre comprensión, porque cada quien (como persona, religión o secta) le da su interpretación en pro de un fin: la comunión con Dios. Y este libro sagrado también refleja hechos claros que muchas personas transforman con argumentos personalistas que paso a paso van tergiversando en pro de los intereses personales o grupales que les acobijan.
Nuestro Señor Jesucristo habló en parábolas no para
discriminar, sino para azuzar los sentidos y el alma de cada quien a una
comprensión integradora y comedida. Al menos esos son los argumentos que le doy
personalmente a las sagradas escrituras
y con el cual he sustentado artículos; pues eso-basado en el constructivismo
del aprendizaje- es para mí lo que es un texto argumentativo: La conjunción de las mejores ideas en base a la
realidad y los fines que con diversos métodos se buscan, en pro del bienestar
propio y del conglomerado mediato.
Y ya que La Biblia es un libro universal, dicho bien es
para cada persona en el planeta, desde que comenzó la historia de la humanidad.
Que algunos quieran forzar argumentos para las siguientes ignominias, no
implica que en ella estén reflejadas:
-
Querer que la mujer sea esclava del hogar y
nunca dueña de sí misma.
-
Hacer que los hijos sean por siempre sumisos
y no puedan realizar su vida; que estén llenos de temor del qué dirán, por
hacer su destino.
-
Repeler celebraciones como cumpleaños o
Navidad porque esos son solamente días en los que se celebra al Señor pero que
entre los hombres y mujeres no ha de haber felicidad.
-
Decir que se adora a imágenes. En este punto
tengo un par de argumentos para validar mi posición de que los cristianos católicos
no adoramos imágenes, sino que las evocamos a través de ellas con una forma
próxima. Cuando Dios impuso ese mandamiento, los egipcios y sus esclavos
israelitas adoraban imágenes que ellos se inventaban, les daban atributos y
formas y se entregaban por completo a ellas. Los cristianos sólo usamos a la
imagen para visualizar y luego dentro de nuestras almas buscar a esos seres a
los que Dios concedió el favor de la eternidad. Aunque muchos asociamos a Dios
con luz y nubes, porque en La Biblia
(Antiguo Testamento), no existe ni una referencia a su apariencia, tanto a la Virgen
como sus advocaciones y apariciones y las representaciones de ángeles y santos
que fueron alguna vez retratados, se les invoca a través de su forma real, se
les quiere y pide. Peo el Dios real, ese que hace latir nuestros corazones y
rige y premia nuestros destinos, siempre será el primero, así le oremos a un
santo o a un ánima, Él, es primero.
Recomendación para mejor interpretar a La Biblia, sin argumentos extremistas
La verdad que nadie tiene esa respuesta y a su vez, la
posee. El seguir a La Biblia con el libre albedrío y nunca a su conveniencia o
establecer un orden que por su rigidez, termine oprimiendo a las personas y haciéndolas
autómatas, vacías, alejadas de la esperanza y el renacer de sus acciones y
crecimiento espiritual, es a mi parecer la mejor forma de cumplir lo que en
ella se ha establecido para toda la humanidad.
Si nuestros argumentos se unen a la regla de oro y además
al de querernos y respetarnos los unos a los otros, quizá por fin podamos encontrar
un punto de consenso y encuentro que estará atado a la mejor interpretación universal
de La Biblia que toda persona, religión, secta e incluso los ateos o de otras
creencias que la leen para atacarla –con argumentos rebuscados-: La Fe y el Amor de y para Dios.
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