La realidad de la iglesia de Dios en la actualidad es la misma que ha existido desde que Jesús de Nazaret confrontó a los judíos, como revela Juan 2.18-22:
Entonces los judíos respondieron y le dijeron: Ya que haces estas cosas, ¿Qué señal nos muestras? Jesús respondió: Destruyan este templo y en tres días lo levantaré. Entonces los judíos dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿Y tú lo levantarás en tres días? Pero Él hablaba del templo de su cuerpo.
La realidad plasmada en La Biblia habita en todos
nosotros por igual. Usted habrá visto en su noticiero habitual que existen personas que evitan ir a las iglesias porque
no creen en ellas; pero a su vez no hacen nada por ensalzar el amor a Dios
desde el propio altar que es su corazón.
Un amasijo de contradicciones entre su decir y su actuar
que sólo coinciden en algo: el alejamiento a Dios y el acercamiento a un abismo
dentro de sus propias almas.
La iglesia
de Dios en la actualidad
Ya la iglesia no son esos fastuosos edificios que el
catolicismo nos muestra como alegoría a la grandeza y magnificencia del Señor y
que por ello son criticados, pero jamás entendidos en lo siguiente: En ello
estuvo el esfuerzo de personas que fueron bendecidas y capacitadas por Dios
para acometer dichos trabajos.
No existe banalidad en un recinto grande que no es exclusivista,
donde se sienta el joven que ora por su madre enferma, la muchacha que pide
luces para encontrar el empleo deseado, el señor que recoge chatarra para
subsistir y encuentra en una iglesia reposo, respeto e igualdad.
Más la iglesia de Dios en la actualidad ha sobrepasado
dichos lugares. Como bien dicen en diooda,
todos los cultos, sean evangélicos, de Testigos de Jehová, cristianos libres, gnósticos,
budistas, hinduistas, musulmanes, metafísicos y demás, han hecho sus iglesias
justo donde están los libros sagrados y pueden reunirse a alabar, adorar,
bendecir y ayudarse como los hermanos en Dios que son.
Sus palabras y acciones salen de un edificio físico y se
manifiestan en las casas, oficinas, en la calle, en las redes sociales y demás
medios electrónicos, haciendo todo el bien que en las iglesias se profesan.
Cantan, adoran, comparten, aman, acompañan, rescatan a
todos por igual y están muy pendientes de quienes el destino les ha entrecruzado,
sin falsas poses u otras intenciones.
Esa es la iglesia de Dios en la actualidad, la que cada
persona hace vivir comportándose bien incluso cuando otros ojos no le están
viendo. Y esa seguirá existiendo mientras más personas observen en su ser y
sepan que llevan a la iglesia a todas partes, porque esta es la que nos enseña
a canalizar y maximizar el poder divino con el que nacemos y que jamás
deberíamos perder: El ser Hijos de Dios.
Lcdo.
Argenis Serrano
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