Mente sana en cuerpo sano”, sentencia directa y muy necesaria que ha trascendido los siglos pero sigue estando muy atrás en la aplicación en los seres humanos, sea por factores externos o peor aún, por convertir a nuestras mentes en una celda.
Dice el Padrenuestro, “perdona nuestras ofensas, así como nosotros
perdonamos a los que nos ofenden”, una manera directa de depurar el, mal de
nuestras almas, corazones y mentes. Pero cuando no perdonamos a alguien,
dejamos de perdonarnos a nosotros y vamos perdiendo luces en nuestra mente dejando
entrar oscuridad.
El olvido, el rescindir una amistad tóxica e inconveniente es sano. Pero andar
despotricando e inventando falsos o destruyendo lo ocurrido dizque para
olvidar, es insano y convierte a la mente en un muladar.
No estar claro en nuestras
obligaciones para con las leyes humanas es también una forma de andar esquivos
a la realidad. Los compromisos legales no se saltan, no se obvian, no se
sobornan, sino que se cumplen.
Así sea el sacar una patente
de comercio, pagar una multa de tránsito, cumplir cabalmente con los trámites de la cita SEPE, apostillar unas notas
certificadas, pagar pensión alimenticia, cancelar los impuestos municipales o
ejercer el derecho al voto en elecciones legalmente convocadas, etc., el
cumplimiento nos depura del cinismo, de la desidia y mucho más aún:
Nos alejan del mal pensamiento de creer que porque lo hacemos
así está bien y si así lo hicieren los demás está mal y merecen ser destruidos
con palabras hirientes.
Hacer el bien no debería
ser una opción. Ni siquiera una obligación. Simplemente una naturaleza. Muchos
piensan en lo que más les conviene y saquen partido, dividendo y gozo espurio.
Mas no piensan que haciendo el bien van teniendo su mente en paz.
Aquellos que atacan “para que las cosas cambien”
Se ha despertado en
Iberoamérica una especie de peste social que ha creado en miles de personas la
necesidad de romper lo establecido para con esos escombros colocar un nuevo
orden que no es más que “su” nuevo
orden.
Dañan iglesias como
mensaje de que todo está dañado. ¿Acaso crear más desastres es un llamado de
atención, un claro mensaje de auxilio y reconstrucción?, pues no lo parece.
El vandalismo, el querer
pasar por encima de lo que muchos respetan, aceptan, entienden y comparten nada
más para que sea cambiado, “a su imagen
y semejanza”, no deja de ser una tremenda herejía a compararse con Dios,
siendo unos seres humanos que ni a hombres
de maíz del Pópol Vuh parecieran querer llegar,
Critican lo que no tiene
saña sino que se hace con gracia para llevar un metamensaje muy claro de “esto no es lo que conviene”. Y sus
comentarios llegan a ser más malévolos que los realizados por humoristas, filósofos,
teólogos, algunos políticos, comentaristas y hasta tuiteros o foristas de redes
sociales.
Separan animales dizque
porque el macho agrede a la hembra al hacerle suya sin consultarle, yendo no
sólo contra los instintos de reproducción y supervivencia de las especies, sino
de la propia humanidad.
Quieren resolver violencia
con más violencia y cuando se les pide concertar ideas, técnicamente no tienen alguna
que no se pueda conseguir en leyes civiles y en el sentido común, tan sólo
porque voltearon el sentido de las cosas y contra ello se fueron, directo a la
yugular de un mal inexistente y que terminaron de crear.
Es momento de contemplar
la posibilidad de las negociaciones que deriven a diálogos y no al revés.
Porque ya todas las cartas están sobre la mesa y los malos, equivocados,
amenazadores, armados, anti – todo, haters, corruptos, envilecidos,
sectorizados en su género, raza o credo, deben ya comprender que el mundo no
les dará más cabida.
El hambre, las fallas de
los servicios, las malas economías, la saña, la violación de los derechos
humanos, la no trascendencia organizada en las leyes y reglamentos, la mofa y
la burla tienen que tener ya un fin y eso sólo se logra con:
Organización, debate,
unión, rectitud, disciplina; eliminar el personalismo y la conveniencia. Jamás
minimizar un mal hecho por nosotros o los nuestros, no aplaudir las majaderías
ni desdenes. Dejar de estar buscando oscuridad en las cosas y manifestarla a
los buenos corazones.
El rencor, la envidia, el
orgullo, la infidelidad, el ego, la avaricia, la indiferencia dañan a la mente
y de allí vienen las consecuencias de los delirios y van mermando la salud.
Así como das tu corazón a Dios,
dale tu mente. Ambas se necesitan para sentir y pensar en equidad y que las
cosas resulten.
Si otros no lo hacen,
hazlo tú. Ese es tu granito de arena.
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