Siempre decimos esa frase aplicada al amor o espera de tiempos mejores. Esta vez la aplico en algo más palpable, con una historia cercana a mi casa que me fue referida hace un tiempo:
"Hay un señor al que amablemente se la apoda "El Toche", sin pensión, con un nieto asesinado por el hampa, sus hijos le mantienen, su señora -también muy mayor-, es pensionada y atiende una tiendita donde no vende pero se siente activa y feliz.
Él se la pasa en la calle, su cuerpo expele los aromas combinados del cigarro y sudor y por ello a mucha gente no le gusta estar mucho tiempo a su lado. Tiene por costumbre sentarse bajo un techito al lado de la panadería, donde le da poco sol y mucho fresco, fumar, ver los carros...y su vida pasar solo.
Ése día, un señor que hace muchos años no aparecía por esta área, estaba de visita y se sentó en una mesa frente a la panadería al voltear lo distinguió y con cariño le dijo ¡toche, párese de allí que no es cómodo y tómese algo conmigo, eso será lo mejor!. El toche se levantó rápidamente, lo saludó se sentó y en ese instante un estruendo se escuchó.
¡Un auto se estrelló contra el muro donde estaba el toche quedando abollado tanto él como la estructura de acero y cemento! Un hombre que ya no frecuentaba en el lugar, apareció como instrumento de Dios para salvar a otra vida. Nada de causalidad, casualidad o etc.
Es allí donde se puede entender que el tiempo de Dios es perfecto no es una verdad a la ligera, es la escritura perfecta, es el ser y deber ser, el alfa y el omega, el todo que sólo se permuta con lo que en vida nos ganamos y con lo que el corazón ha acumulado con el paso de los años.
Quien me venga a decir que Dios no es grande, pues tendrá que sucederle como a Santo Tomás "ver para creer".
Nos sucede lo que nos ganamos y también lo que engrana en la historia del mundo. Sí se nos concediese todo lo que queremos, como humanos que somos, tendríamos a la anarquía como madre y señora de nuestras vidas, y si ya la existente es bastante pesada, más sería con la que solicitó a Dios como forma de mimarnos.
"Hay un señor al que amablemente se la apoda "El Toche", sin pensión, con un nieto asesinado por el hampa, sus hijos le mantienen, su señora -también muy mayor-, es pensionada y atiende una tiendita donde no vende pero se siente activa y feliz.
Él se la pasa en la calle, su cuerpo expele los aromas combinados del cigarro y sudor y por ello a mucha gente no le gusta estar mucho tiempo a su lado. Tiene por costumbre sentarse bajo un techito al lado de la panadería, donde le da poco sol y mucho fresco, fumar, ver los carros...y su vida pasar solo.
Ése día, un señor que hace muchos años no aparecía por esta área, estaba de visita y se sentó en una mesa frente a la panadería al voltear lo distinguió y con cariño le dijo ¡toche, párese de allí que no es cómodo y tómese algo conmigo, eso será lo mejor!. El toche se levantó rápidamente, lo saludó se sentó y en ese instante un estruendo se escuchó.
¡Un auto se estrelló contra el muro donde estaba el toche quedando abollado tanto él como la estructura de acero y cemento! Un hombre que ya no frecuentaba en el lugar, apareció como instrumento de Dios para salvar a otra vida. Nada de causalidad, casualidad o etc.
Es allí donde se puede entender que el tiempo de Dios es perfecto no es una verdad a la ligera, es la escritura perfecta, es el ser y deber ser, el alfa y el omega, el todo que sólo se permuta con lo que en vida nos ganamos y con lo que el corazón ha acumulado con el paso de los años.
Quien me venga a decir que Dios no es grande, pues tendrá que sucederle como a Santo Tomás "ver para creer".
Nos sucede lo que nos ganamos y también lo que engrana en la historia del mundo. Sí se nos concediese todo lo que queremos, como humanos que somos, tendríamos a la anarquía como madre y señora de nuestras vidas, y si ya la existente es bastante pesada, más sería con la que solicitó a Dios como forma de mimarnos.
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