Resignarse debería ser tomado para bien. O sea, resignarse a ser una buena persona para que el paso por la vida sea sereno, justo, productivo, amoroso. En el que aplique aquello de “haz el bien y no mires a quien” o de “no le hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti” (la regla de oro). Esa si es una buena resignación, que solaza el espíritu y atrae abundancia y prosperidad pese a… el mundo.
Pero resignarse a que todo vaya en retroceso y en
detrimento de la vida como un todo (seres humanos, animales, plantas, ríos,
mares, bosques, montañas, desiertos y etc.), jamás debe ser una opción. Resignarse
a que algo vaya hacia atrás por imposición y que no conserve el tradicionalismo
o se ajuste a la ecología, las nuevas necesidades o mejores tecnologías,
incluso al minimalismo que es una forma de evitar tanto materialismo y de
aprender a dejar ir, la verdad que esa
no es una resignación sino una especie de claudicación.
La cocina, estufa u hornillo eléctrico
En los últimos meses en Venezuela se ha venido
padeciendo de una profunda crisis energética como daño colateral de…bueno,
obviemos ello y vayamos mejor al contexto general.
Dicha crisis ha apresurado al venezolano a buscar
soluciones que antes no podía ni contemplar, porque existían patrones
establecidos, por ejemplo:
Para cocinar: gas.
Para energizar: electricidad
trasmitida por cables que vienen de postes con transformadores en las calles.
Para bañarse, lavar, beber: agua potable a través del grifo.
Y la debacle de estos servicios ha afectado ánimo,
corazones, partido familias que se han hecho emigrantes y dejado corazones muy
tristes.
Mi cocinita eléctrica recién comprada |
Actualmente se ha hecho de mucho uso las cocinitas
eléctricas, que antes si acaso se usaban para viajes, oficinas, laboratorios, en
el país, así como en otros países como por ejemplo en el mundo árabe en que son
conocidos como hornillo cachimbas
debido a que las mismas por su practicidad, silencio, quemado homogéneo y ahorro
energético, además de resistencia, es efectivo para la quema de las cachimbas,
pipas de tabaco shisha saborizados que pertenecen a su cultura.
Más aquí en Venezuela y en otros países del tercer
mundo, la cocinita eléctrica pasó a ser donde se elaboren los platillos, se
recaliente la sopa, se haga el café de manera común. Siempre con la esperanza
de que no se corte la electricidad ante sus enormes fallas y que la resistencia
no se dañe por impericia, porque como bien dije, para muchos nos ha sido una
necesidad veloz que apenas alcanzamos a reflexionar. Era eso o comer frío.
No abatirse
Uno de los placeres más grandes del maligno es
abatirnos y vernos decaer. Que saquemos toda nuestra oscuridad o que hagamos
las críticas debidas de manera errónea. Eso sí que no nos lo podemos seguir
permitiendo, ya que ofendemos a Dios, nos enfermamos de tal manera el alma que
ni el Beato Dr. José Gregorio Hernández Cisneros podría o querría curarnos si
no aceptamos a Cristo sabiendo hacer bien nuestros reclamos y no dejándonos arrodillar
ante falsos ídolos humanos que buscan subyugarnos de maneras crueles.
El uso de la cocinita eléctrica debe ser sesudo, usando
una rejilla encima del espiral para que no se aplaste y dañe y nos salga más
caro además de molestarnos y truncarnos.
Saber cuáles son los platos que se pueden hacer en
cocción lenta o rápida para mejorar su uso y no dejarnos –tanto- ganar por las
fallas que nos hacen decir improperios.
Ser fuertes de convicción, carácter y humanismo. Ayudar
y dejar ser ayudados por quienes tienen posibilidad de cocinar de manera
tradicional para hacer una mayor convivencia y solucionar.
Estar conscientes de que esta etapa va a pasar y aunque
fue apremiante y obligada, dejó aprendizajes como muchas.
No
perder la fe, esa que no se ha cocinado a fuego lento
en una cocinita, estufa u hornillo eléctrico, sino en el fuego de nuestras
almas con cada acción, palabra y sentir que hemos proferido.
No dejemos de preparar esos platillos, alimentemos el
amor y no al odio. Veamos que otras culturas son prolijas y le dan uso a las
cosas para manifestar su identidad patria y que nosotros también podemos, si
nos identificamos como Hijos de Dios
a la par de ser Venezolanos.