Comencemos hablando sobre lo que es el buen comerciante, citando a Proverbios 31:18-19: “Nota que su ganancia es buena, no se apaga de noche su lámpara. Extiende sus manos a la rueca, y sus manos toman el huso”.
Podemos comprender que quien hace de un negocio una labor constante, donde el trabajo fecundo y realizado por sí mismo y/o en equipo, no tiene otro destino más que el de ser próspero.
Porque para el buen comerciante jamás faltan las ganancias, que siendo modestas, suelen ser constantes y eso al final proporciona: Seguridad laboral, solvencia, apoyo para el mantenimiento, pago de impuestos y/o salarios, flujo de caja.
Y además de lo económico, su buen nombre queda plasmado en los distintos tipos de públicos, desde clientes regulares, esporádicos, incidentales, proveedores, aliados comerciales, vecinos y toda aquella persona que aunque no sea su cliente, sabe de su probidad.
El buen comerciante digital
Una de las aversiones que se tenía con la búsqueda de buenos negocios y/o comerciantes a través de las redes y/o aplicaciones web, era precisamente su probidad. El que nos engañen en nuestra buena fe, por mucho que nos preparemos para dar la otra mejilla, nos afecta, porque sentimos que no merecemos ello de nadie.
Por fortuna, gente de calidad moral certificada como por ejemplo davicolombia.com, se han dedicado y empecinado a buscar y mostrar los mejores negocios digitales para que cada persona ávida de un servicio, pueda tener la constancia de que el buen comerciante que amerite, allí ha encontrado.
En Davicolombia se comportan como un verdadero repositorio ético sobre las apps que trabajan para el noble país de Colombia. ¿Cómo no querer un servicio así de eficaz para nuestros países?
Porque el buen comerciante, así como nace, también se puede hacer. Pero hay que ser –como clientes y proveedores- bastante justos, éticos, morales y hasta estoicos para conducirlos.
No siempre el dejar de comprarle a alguien es la solución para que cambie su actitud, precios y calidad. De cuando en vez hay que encararlos para guiarlos, recordarles cuál es el verdadero propósito de su orientación vocacional y hasta asustarles diciéndoles cuál es el fin recurrente de quien mal obra o es beligerante.
La atención al público
El buen comerciante no amerita ser un sol o dulzor de persona, pero sí afable y saber responder a las inquietudes de las personas, sea cuando les da la cara en un negocio físico o cuando se comunica a través de un medio digital indexado a un negocio virtual.
Vender productos asequibles no debe ser sinónimo de pacotilla. O contrariarán al versículo que inició a este artículo, con una ganancia que es mala (por mal habida) y su lámpara se apagará pronto (ergo, dejará de vender).
Además de la buena atención al público que es igual a tomar el huso y crear su prosperidad, el buen comerciante extiende sus manos a la rueca que está en las laboriosas manos de para quienes con él trabajan.
No es darles un algo paupérrimo u obligarlos a ganárselos con horas extras que luego son pagadas con detalles que no equivalen al tiempo personal perdido. Es estimularles a tener un tanto más, pero siempre ganarse en buena lid el dinero haciendo su labor en el tiempo reglamentario.
Y reconociendo con palabras estimulantes, talleres, cursos, apoyo emocional y empático que haga que la relación entre el buen comerciante que es el jefe y el buen comerciante que es el vendedor, depositario o aseadora, se mantenga en los niveles de respeto y confianza que son percibidos por las personas de fuera y se hace un efecto dominó de buena voluntad.
Queda pues en el buen comerciante
Hacer que la ética y la confianza sean algo real en el predio físico y virtual. No podemos estar más a merced de los falsos dominantes que por tener un negocio, quieren dominar a los diversos públicos y empleados.
Tampoco pueden ofrecer baja calidad en las redes sociales y la Internet a través de apps para Android e iOS, porque no sólo se desprestigian ellos, sino al sistema.
Que el versículo que inició este artículo sea el guía de probidad, y el siguiente, el que dé a entender cómo pueden sus actitudes condenarles
Oseas 12:7: “A un mercader, en cuyas manos hay balanzas falsas, le gusta oprimir”.
Y la justicia divina actúa similar o mayor que esa persona que ofrece mal a cambio de dinero.
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