No vamos a ponernos a
hablar de qué es el satanismo de la manera convencional. El significante y el significado son harto
conocidos por todos los que creen en Dios y en Cristo.
Pero sí debemos hacer
referencia a lo que muchos creen que es el satanismo. Para algunos es una mera
palabra de rebeldía, otros, una forma de ateísmo y de no creer en la iglesia,
para otros, una burla ideal de lo que creen y sienten quienes están a su
alrededor. Para otros es una banalidad, un divertimento, algo que en verdad no
importa ni existe.
Lamentablemente el
satanismo sí existe. Y comienza en la indiferencia, en no creer que pequeñas y
sencillas cosas puedan causar cosas mayores y mejores; es no creer en sí mismo
por su condición social. Es ver sombras donde no hay luz ni bultos.
El infierno está en La
Tierra, no precisamente debajo de ella, sino en las acciones de cada quien, las
que no son de corazón y en las que salen de mala gana desde el corazón.
El infierno y el satanismo
son la indiferencia, el desgano, el creerse infalibles, en sacrificar a algunos
dizque para beneficiar a otros. El satanismo en mentir y mentirse, es envidiar,
es querer más de lo que puedes controlar y sin ganarlo de manera legal.
El satanismo es creer que
la sangre derramada por otros no duele; la saña, la burla, el gozo con el dolor
ajeno. Es demeritar a la simbología y creer que las cosas que tienen mal gusto,
significado, origen y uso, no tienen un porqué de maldad.
El satanismo está en
quienes buscan sólo la maldad y los errores de quienes procuran hacer el bien. No
entienden a los seres humanos. El satanismo está también en quienes divinizan a
otros seres humanos sin ser ecuánimes entre el acertar y el errar, sólo ven la
conveniencia, no hacen un apartado entre la emoción y la razón.
El satanismo está en no
rezar y en burlarse o despotricar de quienes sí oran. No creen en la conversación
persona – Dios ni en los ángeles. La Virgen María y los seres de luz, que no
son más que aquellos fieles difuntos que en vida fueron buenas personas en su
humanidad y que no deberíamos dudar, son el ejército bueno y noble de Dios que llamamos
ángeles guardianes.
El satanismo es convidar a
otros, como por ejemplo en páginas de Facebook o blogs temáticos a que pierdas la fe, a que no
te importe tu vida ni la ajena, a que saques lo peor de ti para gozo de otros. Que
seas una marioneta.
Para acabar con el satanismo,
no sólo debemos creer en Dios, sino debemos pedirle que nos acompañe en esta
cruzada contra las cosas y acciones y personas que disfrutan del mal, para
negarlas, atacarlas con hechos y fe, derrotarlas sin que la sangre brote.
Así, la serpiente demoníaca
será derrotada, cuando no tenga terreno en nuestros corazones para conseguir
cómo desarrollarse. Allí sí tendría cabida el ver al mal y observarle
derrotado. Sí pide clemencia y oportunidad, se le enseña a ganarla; sí quiere
morir, pues que muera, ya su semilla no dará fruto.
Hay que enseñarles a niños
y jóvenes que todo mal, se niega, rechaza y se aleja, de allí, satán pierde.
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