Autor: Fernando Núñez Noda - Periodista
Un comentario espontáneo en Facebook que, a juzgar por las respuestas de la gente, parece haber tocado un punto sensible en el recuerdo y en la nostalgia de muchos. Una costumbre de mi país, que resultó más arraigada de lo que imaginaba.
EN MI FAMILIA hay una costumbre muy bonita: pedir la bendición. No importa la edad, ni el nivel de testosterona, como reverencia a los mayores, pedimos la bendición y recibimos un ecuménico: "Dios lo bendiga". Además de respeto, siempre he sentido ese ritual como una intermediación con lo divino. Uno no está autorizado a hablarle o pedirle directamente a Dios, por eso acude a los mayores quienes hacen el puente: "Que Dios te bendiga" y Él, ahora sí, escucha y ejecuta.
Es muy tierno ver a los duros de la familia, los impasibles, los machos, sucumbir a la costumbre y pedirle la bendición a la abuela o la tía. En mi familia, como en tantas, hay de todo: desde beatas hasta ateos militantes, pero a la hora del saludo familiar la solicitud de puente con el creador persiste.
Por eso, como no tengo credenciales para bendecirlos, acudo a mis mayores, a los ancianos de la tribu y a mis antepasados para solicitarle a Dios, al universo o como decía JL Borges al "laberinto de los efectos y las causas" una gran bendición para ti, para tu familia y para toda la gente de buena voluntad.
Fuente: ciberneticon.com
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