Realicé un curso de mejoramiento profesional para certificarme como Locutor comercial en Venezuela. Entre mis compañeros estaban cristianos evangélicos. Personas por demás agradables, humildes y amenas. He aquí lo que aprendí de ellos.
Las alabanzas a Dios están a flor de piel, no sólo de la boca para afuera y en momentos convenientes, sino por un placer de sentir a Dios. En ello, los cristianos católicos llevamos desventajas, porque sí hacemos mea culpa, veamos que nombramos a Dios cuando hay algún suceso en contra o decepción. Para las pequeñas cosas que hacen grandes sonrisas, a veces olvidamos que Dios las puso allí.
Dispensen por hablar en plural, en el caso de que éste no sea su caso.
Las gracias a Dios no son de la boca para afuera, ni por mensajes en redes sociales. Son un acto privado que nada malo tiene que se haga público, que se propague.
Eso sí, hacer del "gracias a Dios" (Jehová, Yavé, Alá), un acto por todo lo que haces, también le quita un efecto: eres imagen y semejanza de Dios, él te permitió vivir tal triunfo o momento, tómalo para ti porque te lo ganaste por tu buena voluntad, esfuerzo, responsabilidad o necesidad.
El halo mortal radica en no vanagloriarse, ser egocéntrico, ufanarse, estancarse y creerse el todo. Los seres humanos también merecemos un "gracias" y "felicitaciones", por lo que hacemos, ya que estamos permisados por Dios y en su permiso hacemos cosas que a la hora de rendirle cuentas, Él las pesará a tu favor.
Unas 7 veces al día, en que le demos gracias a Dios, no está de más. Si pierdes la cuenta, vuelve a comenzar...u ora, no por pedir, sino para agradecer. Que tus sentimientos sean la oración.
Darnos un chance como humanos no es insultar a Dios, ni desmeritarle u olvidarle. Es acumular éxitos, alegrías y herramientas de mejoramiento que dejaremos como legado y así cumplirle a Dios, haciendo de nuestro paso por la vida, algo útil.
A mis nuevos amigos, Luis, Aurelia y su esposo el señor Álvarez y al amigo Víctor, quienes se congregan para alabar a Dios, les doy infinitas gracias por ser personas que hacen valer la pena conocer, por ser buenos y por ayudarnos a aprender.
Este cristiano católico habla con Dios, con Jesús, con la Virgen, ´´angeles, santos y seres de luz siempre, tal cual hablo con los humanos, con respeto. Creo en la Iglesia Católica y creo que hay que mejorarla, así como deben mejorar todas las religiones que aman al Señor.
El primero paso para mejorar en conjunto, es ser seres humanos que se toleren, agraden, tengan balance, se comuniquen en un ambiente de respeto y camaradería propia de las personas de bien. Que sean lo mismo en los templos como en las calles, porque el ser unilateral en a quien respetar, es un mal que crea reconcomios.
Vamos a crecer juntos, demos gracias a Dios por las oportunidades, por los momentos y por que sí, sin exagerar, Él también quiere darte unas palmadas en la espalda, para que te sientas bien, te felicites y sigas así como vas, a lo alto, y no hay nada más alto que la Gloria de Dios.
Las alabanzas a Dios están a flor de piel, no sólo de la boca para afuera y en momentos convenientes, sino por un placer de sentir a Dios. En ello, los cristianos católicos llevamos desventajas, porque sí hacemos mea culpa, veamos que nombramos a Dios cuando hay algún suceso en contra o decepción. Para las pequeñas cosas que hacen grandes sonrisas, a veces olvidamos que Dios las puso allí.
Dispensen por hablar en plural, en el caso de que éste no sea su caso.
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Las gracias a Dios no son de la boca para afuera, ni por mensajes en redes sociales. Son un acto privado que nada malo tiene que se haga público, que se propague.
Eso sí, hacer del "gracias a Dios" (Jehová, Yavé, Alá), un acto por todo lo que haces, también le quita un efecto: eres imagen y semejanza de Dios, él te permitió vivir tal triunfo o momento, tómalo para ti porque te lo ganaste por tu buena voluntad, esfuerzo, responsabilidad o necesidad.
El halo mortal radica en no vanagloriarse, ser egocéntrico, ufanarse, estancarse y creerse el todo. Los seres humanos también merecemos un "gracias" y "felicitaciones", por lo que hacemos, ya que estamos permisados por Dios y en su permiso hacemos cosas que a la hora de rendirle cuentas, Él las pesará a tu favor.
Unas 7 veces al día, en que le demos gracias a Dios, no está de más. Si pierdes la cuenta, vuelve a comenzar...u ora, no por pedir, sino para agradecer. Que tus sentimientos sean la oración.
Darnos un chance como humanos no es insultar a Dios, ni desmeritarle u olvidarle. Es acumular éxitos, alegrías y herramientas de mejoramiento que dejaremos como legado y así cumplirle a Dios, haciendo de nuestro paso por la vida, algo útil.
A mis nuevos amigos, Luis, Aurelia y su esposo el señor Álvarez y al amigo Víctor, quienes se congregan para alabar a Dios, les doy infinitas gracias por ser personas que hacen valer la pena conocer, por ser buenos y por ayudarnos a aprender.
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Este cristiano católico habla con Dios, con Jesús, con la Virgen, ´´angeles, santos y seres de luz siempre, tal cual hablo con los humanos, con respeto. Creo en la Iglesia Católica y creo que hay que mejorarla, así como deben mejorar todas las religiones que aman al Señor.
El primero paso para mejorar en conjunto, es ser seres humanos que se toleren, agraden, tengan balance, se comuniquen en un ambiente de respeto y camaradería propia de las personas de bien. Que sean lo mismo en los templos como en las calles, porque el ser unilateral en a quien respetar, es un mal que crea reconcomios.
Vamos a crecer juntos, demos gracias a Dios por las oportunidades, por los momentos y por que sí, sin exagerar, Él también quiere darte unas palmadas en la espalda, para que te sientas bien, te felicites y sigas así como vas, a lo alto, y no hay nada más alto que la Gloria de Dios.
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